Nuestro cerebro es un órgano que, entre otras muchas propiedades, tiene dos fundamentales para la vida de cualquier persona: almacena información de sucesos ocurridos en el pasado y es capaz de generar una representación de sucesos que pueden ocurrir en el futuro. Ambas facultades permiten traer a la consciencia del momento presente (actualizar) la representación de hechos pasados mediante el recuerdo, o de futuros a través de la imaginación. Simula el pasado y aventura el futuro, dos fenómenos mentales de vital relevancia en el ámbito de la supervivencia, pues permite evitar errores cometidos en el pasado y anticiparnos a lo que podría suceder, y así, poder elegir la mejor manera de actuar si finalmente sucede.
El problema surge cuando algún suceso negativo del pasado, o que pueda ocurrir en el futuro, emerge de forma reiterada a nuestra consciencia en forma de pensamiento y ocasiona una perturbación psicológica, un estado mental aflictivo y sufrimiento. En este artículo de Psicología-Online, intentaremos resolver la duda de «¿Por qué tengo pensamientos obsesivos negativos?»
Qué son los pensamientos repetitivos desagradables
Cualquiera de nosotros tiene recuerdos de situaciones negativas del pasado o preocupación por alguna situación concreta que pueda darse en el futuro, esto puede considerarse como “normal”, pero si alguno de estos supuestos aflora de forma espontánea y continuada a nuestra consciencia en cualquier momento y lugar sin haberlo provocado, alterando la estabilidad emocional y afectando al normal desarrollo de nuestra vida cotidiana, constituye un pensamiento perturbador actualizante (PPA), llamado así porque al invadir nuestra consciencia genera las mismas emociones y sensaciones físicas desagradables que si estuviera pasando el suceso perturbador en ese momento (los “actualiza” al momento presente). Un ejemplo de ellos son:
- “hice el ridículo en aquella situación”
- “podía haber hecho más en la enfermedad o la muerte de mi ser querido”
- “mi acción ha causado un mal a esta persona y me siente culpable por ello”
- “seguro que yo también sufriré la enfermedad de mi progenitor”
- “no tendré recursos económicos suficientes cuando me jubile”
- «mis padres no me quieren«
- “nunca encontraré pareja”
Los pensamientos recurrentes negativos: cómo funcionan
Los PPA pueden actualizar al presente un suceso perturbador ocurrido en el pasado: actualización por recuerdo (la muerte de un familiar, una ruptura sentimental, un accidente de tráfico, una situación comprometida o vergonzante, etc.); o actualizar al presente una posible situación futura perturbadora: actualización por anticipación de un hecho posible no deseado que produciría graves consecuencias (miedo a la muerte, a no encontrar trabajo, una separación matrimonial, el riesgo de padecer una enfermedad congénita, etc.).
Los PPA suelen ser intrusivos, recurrentes, molestos e inquietantes, y llevan asociados necesariamente una o varias emociones negativas (miedo, ansiedad, odio, tristeza, culpa, vergüenza, frustración, etc.) que inducen la activación fisiológica causante del malestar físico que los acompaña. Además, el PPA crea un psicocentrismo sobre el hecho perturbador y sus circunstancias (centra la atención y los recursos mentales sobre el problema que representa), dejando a un lado otros aspectos de la vida cotidiana (familiar, laboral, social) que ofrecen estímulos positivos y agradables generadores de satisfacción y bienestar psicológico.
Por qué surgen los pensamientos perturbadores
Si aún nos seguimos preguntando «por qué tengo pensamientos obsesivos negativos«, es importante saber de dónde vienen y cómo funcionan. El pensamiento perturbador actualizante (PPA) surge porque un hecho del pasado afectó de forma negativa a alguno de los factores que influyen en nuestro estado de ánimo (se refiere a los factores de la homeostasis psicológica propuesta por W. Cannon): salud, afecto, autoestima, relaciones interpersonales, recursos económicos, autorrealización, sistema de valores, etc., y provocó un impacto psicológico tan intenso que ha quedado grabado en la memoria en forma de un engrama (es una huella psicológica formada por una red de conexiones de neuronas que forman una trama neuronal específica que lo representa) que se configura como un marcador emocional.
Igualmente ocurre si, en lugar de un hecho pasado, se trata de la imaginación de un posible suceso futuro que pueda activar alguno de los marcadores emocionales.
Estos marcadores emocionales pueden permanecer «inactivos” o “dormidos» en la memoria y, ante determinados estímulos o acontecimientos de la vida ordinaria, como una imagen, una situación, un sonido, etc. (aunque también se “despiertan” de forma automática y sin razón aparente), se activan y emergen a la consciencia del momento presente en forma de recuerdo o de anticipación, y nuestra mente los acoge como sucesos actuales activando así el sistema emocional y provocando las sensaciones físicas desagradables que generan malestar en la persona (turbación mental, alteración del ritmo cardíaco, molestias estomacales, crisis de ansiedad, etc.).
En este aspecto conviene recordar que el dolor, tanto físico como psicológico, es un factor natural en el sistema biológico humano que sirve de alerta para llamar nuestra atención sobre algún aspecto que no funciona bien e incitarnos a solucionarlo. En este sentido, los PPA cumplen con esta misión impulsada por nuestra propia mente: restaurar el equilibrio psicológico y la estabilidad emocional, pero, en ocasiones, pueden llegar a convertirse en una obsesión recurrente e incontrolada generadora de dolor y sufrimiento.