Hace muchos años, una querida amiga -a tono de broma- me dijo: “Lo peor de este mundo es estar menopáusica cuando tus hijos viven su adolescencia”. El paso de los años y el divorcio de algunos amigos comprobó que mi amiga tenía razón, excepto en un detalle: sí hay algo peor que la menopausia y los adolescentes y eso es tu esposo viviendo la crisis de los 50 años.
El divorcio de parejas de adultos cuya edad está alrededor de los 50 años con frecuencia presenta estos tres factores: la menopausia en la madre, andropausia en el padre, e hijos adolescentes. Reconocer y aceptar lo que está sucediendo puede ayudar en gran manera a superar esta etapa de vida y no quedar divorciado en el intento.
A continuación te presento algunas de las cosas que pueden suceder y que, de saberlas, las podrás prevenir, detectar y darle la atención necesaria para lograr el éxito matrimonial que todos deseamos.
1. La crisis masculina
Para muchos varones, llegar a los 50 años puede resultar algo complicado. De repente tienen la impresión que se han vuelto viejos y que les queda muy poco tiempo para disfrutar su vida. Algunos caballeros de manera repentina deciden hacer ejercicio, verse bien, comienzan a usar cremas y poner más atención a su cuidado personal, buscan vestirse de manera más juvenil y hacer cosas que haría un hombre mucho más joven.
Repentinamente comienzan a fantasear con una vida más alegre, más dinámica y novedosa. El matrimonio y su esposa les resultan monótonos por lo que algunos viven inclusive algunas experiencias amorosas fuera del matrimonio, mismas que les hacen vivir emociones y renovadas energías que les hacen sentir jóvenes, atractivos y sexualmente capaces. Sin darse cuenta, han caído en la trampa y los verdaderos problemas ahora inician con fuerza.
2. La crisis femenina
Por otro lado, la mujer comienza a experimentar la pérdida de estrógenos, se ve a sí misma vieja pues las arrugas aparecen, las manchas de la edad se notan más, la cabellera empobrece y el deterioro físico puede llegar a obsesionarla. Si a todo esto se le suma que la libido se reduce y la ansiedad aumenta, una bomba de sentimientos está a flor de piel y explota frecuentemente donde menos se le espera.
Los esposos están viviendo aparentemente mundos diferentes y pelean con frecuencia, se dejan de hablar o simplemente se distancian sin darse cuenta que están pasando un cambio en sus vidas y que, si lo enfrentaran juntos, nunca llegaría a ser una crisis.
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3. Los hijos adolescentes
¡Ésta es la cereza del pastel! Con decir la palabra “adolescente” queda claro que ese hogar es casa de locos, porque cada quien atiende sus intereses, exige sus derechos, su espacio, su libertad, tiene sus propios miedos y anhelos. Todos miran hacia fuera de casa y olvidan que los problemas locales tienen soluciones locales. Así es, los problemas que cada quien presenta tienen solución en el hogar.
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Recomendaciones de los expertos -los que siguen felizmente casados-
Los que han pasado por esta etapa, recomiendan para toda la familia poner en práctica lo siguiente:
Mucho dominio propio
Sentarse a pensar y hablar continuamente con la pareja
Eliminar el egoísmo y pensar en el otro
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Descansar
Amar sinceramente
Tener actividades y metas juntos
Todos debemos recordar constantemente por qué nos casamos con nuestra pareja y traer a la memoria con frecuencia todas las cosas buenas que hemos vivido juntos. Olvidarnos de buscar la juventud que ya no tenemos y aceptar con agrado nuestro irremediable proceso de envejecimiento.
La edad madura no nos quita, nos da. Ahora podemos tener más tiempo, más recursos económicos y, conforme pasen los años, llegarán los nietos y las verdaderas experiencias gloriosas de haber formado familias. No te desesperes, la crisis que sea, pasará. Lo importante es que al final no te sientas ni te quedes solo, cuando está en tus manos estar rodeado de amor y familia.