Cada uno de nosotros y nosotras somos diferentes, personas únicas e irrepetibles. La diversidad de puntos de vista, opiniones y preferencias enriquecen una sociedad que tiene en la diversidad un valioso atributo, esencial en el desarrollo pleno y saludable de las personas. Sin embargo, en muchas ocasiones, manifestar nuestra opinión, defender nuestros deseos personales nos genera malestar. La necesidad de aprobación expresa una inseguridad emocional que conviene conocer y aprender a manejar; ¿el objetivo? lograr un correcto equilibrio entre nuestra autoestima y el natural deseo de afecto y aceptación.
Cuál es el origen de la necesidad de aprobación
¿De dónde surge esa inseguridad emocional, esa sensación de incomodidad cuando nuestros puntos de vista o deseos personales son discrepantes o distintos al de los demás? En parte surge porque podemos arriesgar la imagen que deseamos causar, o también porque creemos que vamos a perder la aceptación de otras personas. Esto desde luego incrementa la ansiedad asociada a la incertidumbre sobre las reacciones de los demás y en esas circunstancias nos sentimos en una encrucijada: expresar o no expresar, no ceder o dejarnos llevar por los demás.
Esta vivencia relacionada con la deseabilidad social es frecuente y hay una parte positiva en el hecho de no enfrentar con brusquedad nuestro punto de vista al de los demás: pone en juego la capacidad para empatizar y tener cuenta las opiniones diferentes, flexibilizar y contemporizar con las ideas y preferencias distintas a las nuestras. Y esto requiere de capacidad para tolerar la discrepancia, la frustración y optar por el bienestar colectivo. Una habilidad que manifiesta sin duda un ejercicio de inteligencia emocional y social.
Sin embargo, cuando prevalece el qué dirán en tus relaciones interpersonales, posiblemente estés valorando poco tu propia percepción de las cosas y tu necesidad de aprobación vaya más allá de lo deseable.
En mayor o menor medida, la deseabilidad social, el deseo de pertenecer y ser aceptadas y aceptados por las personas significativas, de obtener reconocimiento y aprobación por nuestras forma de ser y actuar, es una vivencia habitual y contribuye al ajuste psicológico y social. Cuando este deseo se transforma en necesidad, la búsqueda de aprobación se torna en nuestra guía y condiciona nuestras acciones y elecciones y limita nuestro potencial constructivo en los procesos personales e interpersonales.
La necesidad de aprobación excesiva incrementa nuestra insatisfacción personal, malestar psicológico y constituye una vulnerabilidad cognitiva para el desarrollo de trastornos emocionales
La necesidad de aprobación es una de las claves en la perspectiva diagnóstica uno de los avances más importantes en los tratamientos psicológicos.
Cuándo es excesiva la necesidad de aprobación
La necesidad de aprobación excesiva es definida como la tendencia de la persona a juzgar su autoestima en función de las reacciones de la gente ante ella o de lo que piensen de ella.
Constituye una de las actitudes disfuncionales que incrementa el riesgo de desarrollar síntomas depresivos y ansiosos.
En la base de esta conducta se encuentran creencias erróneas y un elevado malestar emocional, relacionados con el deseo de agradar a todo el mundo, evitando recibir o hacer críticas para así garantizar el afecto y la completa aceptación. Es fácil entender la fragilidad de este comportamiento a nivel emocional en ámbitos como el laboral, el familiar o la pareja.
Todas las personas necesitamos en alguna medida la aprobación de los demás, la deseabilidad social forma parte de nuestra naturaleza y satisfacerla contribuye a nuestro bienestar. Sin embargo, cuando existe un desequilibrio, ya sea por exceso o por defecto en esta dimensión, las consecuencias negativas van dejando huella en nuestro autoconcepto y autoestima, distorsionando la manera de valorar y juzgar nuestras percepciones y experiencias emocionales, y condicionando nuestra forma de actuar.
Desde que nacemos construimos nuestra identidad y subjetividad en base a las interacciones sociales y a nuestras experiencias emocionales.
Así, determinados aspectos de nuestra personalidad se van forjando activamente y dan lugar a una forma única y peculiar de ser y estar en el mundo.
Las interacciones con las personas significativas a lo largo de nuestro desarrollo psicológico y social nos permiten modelar e interiorizar conceptos y visiones del mundo. Descubrimos o definimos lo que está bien y mal, nuestras expectativas o nuestra escala de valores.
La necesidad de afecto y protección de las primeras etapas de nuestra vida tan vinculadas a esas figuras, van dejando paso a nuestra autoestima y autoconcepto. Cuando esa transición natural no se produce correctamente, cuando no se construye adecuadamente esa autoestima, seguiremos necesitando de un grado de aceptación y un reconocimiento que no podremos obtener en nuestra edad adulta de nuestro entorno social.
Es entonces cuando se pone de manifiesto nuestra inseguridad emocional, conductas impulsadas por esa necesidad de aprobación y que condicionan nuestra forma de actuar en sociedad.
Nos esforzamos en estar siempre de acuerdo con los demás a costa de restarle valor a nuestras opiniones, estamos más atentos o invertimos un esfuerzo excesivo en las necesidades de los demás en detrimento de nuestras propias necesidades que quedan postergadas o silenciadas, siempre con la esperanza de obtener el anhelado reconocimiento, aprobación o afecto.
Cómo funciona la necesidad de aprobación
Hay importantes estudios que profundizan en las creencias e ideas erróneas y actitudes disfuncionales que incrementan la probabilidad de desarrollar síntomas o trastornos de ansiedad y depresión
Tal vez una de las conclusiones más relevantes de estos estudios es que la necesidad de aprobación, contribuye al desarrollo de ideas erróneas sobre las interacciones sociales y sus recompensas, la necesidad de amor, la autoexigencia entre otras, por ejemplo, si antepongo las necesidades de otros y les trato muy bien, cuando lo necesite, harán lo mismo conmigo. Estos pensamientos incrementan la baja percepción de autonomía personal y autoconfianza, ya que el bienestar o malestar depende de los demás y esto contribuye a la dependencia emocional que limita los logros personales y aumenta la frecuencia e intensidad de emociones displacenteras como la ansiedad, tristeza, miedo o enfado.
Guía para identificar la excesiva necesidad de aprobación
Veamos algunos ejemplos de creencias erróneas e inseguridad emocional que dan lugar a esa excesiva necesidad de aprobación y que condicionan nuestra forma de actuar y sentir.
- En una conversación en la que notas ciertas señales de desaprobación… expresas acuerdo, suavizas o cambias tu postura aunque los argumentos dados por la otra persona no te convencen.
- Experimentas una gran tristeza, preocupación o enfado cuando alguien no está de acuerdo contigo o no recibes la respuesta esperada, por ejemplo en las redes sociales, ante un comentario en una reunión, etc.
- En tu vida en general, tiendes a ceder y hacer algo que no quieres por miedo a decir que no, o antepones las necesidades de otros a las tuyas. Te etiquetas de egoísta cuando antepones tus necesidades a las de los otros.
- No expresas tu disconformidad o realizas una crítica pertinente ante un trabajo mal realizado o la forma de realizar algo, por miedo a que la otra persona se sienta mal.
- Tiendes a disculparte por no estar de acuerdo con algo.
- Tienes dificultades para reconocer errores por miedo al rechazo o la crítica.
- Sientes una preocupación excesiva por la imagen y mantienes en exceso las formas, perdiendo espontaneidad y naturalidad. Intentas no llamar la atención.
- Te concentras más en “el qué dirán” en lugar de centrarte en definir lo que tu quieres transmitir.
- Exceso de amabilidad, tendencia a pedir permiso en situaciones en las que no es necesario.
- Tus emociones fluctúan en exceso en consonancia con las opiniones recibidas sobre ti.
- Rumiación sobre frases dichas, preocupación y ansiedad sobre las posibles consecuencias de las mismas. Te anticipas a posibles conversaciones para encontrar la mejor forma de responder.
- Alta autoexigencia respecto a tu responsabilidad de hacer felices a las personas que quieres y sobre cómo deberías sentirte con ellas. Asumir la culpa cuando una persona se enfada contigo.
- Piensas en lo terrible que es que alguien te rechace, además asumes que algo habrás hecho mal.
- En ocasiones, la necesidad de aprobación se oculta tras comportamientos excéntricos que buscan llamar la atención para aumentar la probabilidad de obtener el reconocimiento y no pasar desapercibidos.
Si te has identificado con algunas de estas situaciones, es un buen momento para reflexionar y cambiar esas ideas erróneas, que aunque son creencias muy compartidas y frecuentes, no necesariamente son verdades absolutas y que podemos flexibilizar en base a pensamientos más racionales que nos ayudarán a tener una autoestima más saludable
¿Qué hacer para cambiar esta tendencia excesiva de búsqueda de aprobación? El necesario equilibrio
En primer lugar piensa que la responsabilidad de cómo te sientes en gran medida depende ti. Esto a priori puede resultarte amenazante y puede conllevar cierto grado de inquietud. Sin embargo, también te devuelve una promesa de libertad para gestionar tu bienestar.
Las emociones son en gran medida el resultado de la interpretación que hacemos de los hechos y de la confianza que tengamos en nuestros recursos para hacer frente a situaciones potencialmente estresantes.
El miedo o la ansiedad no la crean los demás cuando nos hacen una crítica, cuando nos desaprueban o muestran disconformidad con nosotros o nosotras, sino que se generan a partir de nuestra interpretación.
Si das por supuesto que una crítica es intolerable, tu respuesta emocional será coherente con esa interpretación y tu ansiedad, tristeza y frustración se incrementarán.
Si has crecido creyendo que sin la aprobación de los otros no eres nada y serás infeliz, seguramente habrás desarrollado estrategias y habilidades acordes a esa creencia y tu percepción de amenaza y en consecuencia la preocupación y reacciones emocionales serán coherentes con esa forma de entender e interpretar la situación y su importancia.
Piensa en lo siguiente: el hecho de agradar no es para nada negativo, al contrario, es fuente de satisfacción. El problema surge cuando el motor de tu vida está ligado a las valoraciones y opiniones de los demás: Si no le gustas a una persona, no significa en ningún caso que tu no valgas nada. Que no le gustes o no le agrades a esa persona, no necesariamente se debe a algo que hay mal en ti, o que hayas hecho mal. No todo depende de ti. Las motivaciones y preferencias de los otros también cuentan en esta ecuación.
Recuerda que existen muchas alternativas y explicaciones distintas a las propias y que esto no es más que una muestra de la diversidad de opiniones y enfoques ante una misma situación. Podrás sentirte decepcionada o decepcionado, eso es normal, pero no impedirá que puedas continuar con tus proyectos y metas vitales de manera más adaptativa.
De esta manera, podrás enfocar las críticas de un modo más constructivo y proactivo, y contribuirá a solucionar problemas, aprender y enriquecerte de esas discrepancias.
Las 4 claves para ser feliz sin renunciar a tu propio camino
Una visión positiva de la discrepancia te permitirá mejorar tus habilidades de comunicación asertiva, hacer preguntas para aclarar una situación, expresar tus desacuerdos y opiniones e incluso decir que no cuando realmente quieres decir no.
- Toma tus propias decisiones y considera si estás teniendo en cuenta también tus necesidades y deseos.
- Cuando estés decidiendo algo, reflexiona cómo te sientes, qué deseas, cuál es el objetivo y las motivaciones que guían tu elección.
- No olvides repasar tendencias perfeccionsitas , que pueden llevarte a confundir tu autovalía en función de los resultados y logros en distintos planos de actuación.
Reconocer que todas las personas tenemos derecho a expresarnos, perseguir nuestras metas con respeto a las libertades propias y de los demás, reforzar nuestro camino, permitiéndonos el esfuerzo por lograr nuestros objetivos y hacer de la vida algo estimulante, basado en nuestras motivaciones y deseos, en la legítima búsqueda de bienestar personal.