En los últimos años el termino bipolar, se ha popularizado como una etiqueta más, sirviendo para catalogar muchas conductas, formas de pensar, de sentir…
Es común escuchar frases como estas;
-Creo que es bipolar, lo mismo piensa una cosa que otra.
-¡Eres bipolar o qué! Menudos cambios de humor.
-La verdad es que soy un poco bipolar, discúlpame por la forma en que te hable.
La realidad es que la mayoría de las veces que se usa este término, no se hace en referencia al trastorno bipolar
Las personas con este diagnóstico, pueden sentirse un poco hartas de la banalización del término.
Y no solo de la banalización, también por el uso de esta etiqueta para todo, menos para referirse al trastorno psicológico que designa.
La intención de este post es aclarar en qué consiste realmente el trastorno bipolar
La manía, pieza clave en el diagnóstico
El primer y necesario indicio de que una persona tiene trastorno bipolar, es que haya pasado por un episodio de manía.
En este caso, no me refiero a manía en el sentido de costumbres o comportamientos fuera de lo habitual.
La manía a la que me refiero, hace referencia a un episodio caracterizado por un estado de ánimo elevado, eufórico.
Pero no se trata de un estado eufórico común. El estado maniaco va más allá de la euforia.
La necesidad de dormir disminuye, las ideas fluyen de forma muy rápida. .
Todo ello se traslada al habla, que se hace igualmente veloz, en sintonía con la rapidez del pensamiento.
La persona no se comporta como lo haría normalmente, no mide los riesgos de sus acciones y se puede embarcar en multitud de proyectos.
Este aspecto es esencial, debe haber un cambio significativo de comportamiento respecto a su forma habitual.
Si es habitual una muy baja percepción del riesgo o la atracción por el mismo, no estamos hablando de un episodio de manía. Lo mismo para una persona que habitualmente se embarque en muchos proyectos al mismo tiempo.
La sensación es de ser capaz de todo.
La gran caída del precipicio, episodio depresivo
Después del episodio de manía, se produce un descenso en picado del estado de ánimo que desencadena una depresión.
Es en este momento cuando la persona suele solicitar la ayuda.
En el estado maniaco, la conciencia de que haya un problema es prácticamente nula.
El ciclo normalidad-manía-depresión
Tras la depresión, el estado de ánimo de la persona puede regresar a su normalidad.
Desafortunadamente esto no se convierte en algo definitivo.
Cualquier evento estresante para la persona puede desencadenar de nuevo el ciclo, apareciendo de nuevo el estado maniaco.
La posibilidad de poner freno al ciclo
La medicación, es uno de los grandes aliados en este trastorno.
Siguiendo las pautas establecidas por un psiquiatra, el pronóstico es bueno en un gran porcentaje de casos.
Os dejo aquí un video de Alejandro Hernández, autor del blog “De bipolar a Bipolar”, que es muy ilustrativo en cuanto a la importancia de la toma de la medicación.
El tratamiento psicológico en el trastorno bipolar
La psicoterapia, se convierte en el segundo gran aliado en el tratamiento del trastorno bipolar.
En primer lugar, sirve de ayuda para conseguir mantener la toma de la medicación.
Pauta de tratamiento que es verdaderamente complicado seguir, si todavía no has visto el video de este post te recomiendo que lo veas.
Es clave para saber detectar los estados previos a una posible manía o depresión. Saber detectar estos estados, se convierte en una forma de prevenir que se desencadenen nuevos episodios del trastorno.
Al tiempo que se aprende a detectar estos momentos previos a una crisis, se trabaja en el conocimiento de cuáles son los eventos desencadenantes.
Conocer los eventos desencadenantes o factores que precipitan la manía o la depresión, constituye un elemento preventivo muy potente
Por último, contribuye a disminuir la enorme ansiedad que produce la posibilidad de un nuevo ciclo normalidad- manía – depresión.