Tal vez, estás cansado de ver cómo, día tras día, tu pareja vuelve a llevar a cabo esa conducta, que sabe perfectamente que te molesta (¡y tanto!)
¿Es que lo hace a propósito?
¿Es que no le importa cómo me siento?
¿Es que tiene memoria de pez?
¿Es que no lo va a cambiar nunca?
Son algunas de las preguntas que puedes hacerte cuando, impotente y decepcionado, observas cómo tus peticiones han ido a saco roto.
En este artículo, vamos a partir de un principio fundamental, y es que, si bien todos podemos cambiar, no todos queremos hacerlo, y mucho menos, porque otros nos pidan que lo hagamos.
Por supuesto que la convivencia en pareja requiere de negociaciones, cesiones y peticiones, pero es importante señalar que, cuanto más dependas de que tu pareja cambie para ser feliz, más esclavo serás.
El objetivo no es que te resignes pasivamente a vivir con los defectos de tu pareja Más bien es que puedas comprender mejor porqué tu pareja no cambia aquello que tanto le pides.
Entender los motivos te liberará del rencor que te daña y que, al final, hace que te muestres más distante con tu compañero o compañera de vida.
Sin animo de justificar, quiero presentarte algunas de las razones por las que tu pareja sigue haciendo lo mismo, y que nada tienen que ver con el hecho de querer ofenderte o lastimarte intencionadamente.
#1. Relativiza las consecuencias negativas de su conducta.
Sí, puede que le hayas manifestado explícitamente qué repercusiones tiene para ti su comportamiento o la omisión de esa acción, pero tal vez tu pareja no comparta la importancia que le das tú.
Tus valores no son universales y tus prioridades no han de ser las suyas, te guste o no.
Tienen afinidades y valores en común, pero no son clones, por lo que conviene recordar, sin que te golpees contra la pared, que lo que para ti es “determinante o necesario”, para la otra parte puede ser “preferente o una opción a tener en cuenta”.
Si das por sentado que tu pareja comparte la dimensión que le das tú a su conducta, puedes sentirte frustrado y no respetado.
Propuesta:
Recuerda que las costumbres y hábitos no son universales. Tolera las diferencias.
Expresa la importancia que tiene para ti su comportamiento, y explícale tus razones.
Pídele que empatice con ellas, no que las reconozca como normales, obvias, correctas y universales.
#2. Reactancia
Algunas veces, desde la impotencia que te genera que tu pareja haga oídos sordos a tus peticiones, te reiteras con vehemencia en tu demanda, porque en ese momento piensas que es la única manera de que reaccione y te haga caso.
El resultado es que tu pareja reacciona, sí, pero no cómo tú esperabas. Se produce el fenómeno de la reactancia.
La reactancia psicológica se define como la motivación que lleva al individuo a restaurar una libertad que considera amenazada; o la reacción emocional de rebeldía, cuando una persona siente que se le presiona excesivamente para que adopte un punto de vista o realice algún acto.
Es decir que, de repente, quebrando todas tus expectativas, tu pareja empieza a actuar justo en dirección contraria a la que le habías pedido.
Cuanto más insistes, más se asfixia y reclama libertad para actuar, desmarcándose de lo que anhelabas.
Propuesta:
Pedir en exceso satura al interlocutor. Prueba a plantear lo que te preocupa como un problema a resolver entre los dos.
Hazle partícipe en la elaboración de la solución: “¿Qué se te ocurre qué podrías hacer?, ¿cómo lo ves?, ¿crees que podrías hacer algo para que estuviéramos los dos igual de cómodos?
#3. Habituación al mensaje
En ocasiones, resultado de tu insistencia en el mensaje, este se vuelve algo tan cotidiano, rutinario y frecuente, que el receptor se habitúa.
Tú te desgastas improductivamente, y tu pareja percibe tu petición como ruido de fondo al que acostumbrarse, sin emprender ningún cambio, porque lo considera como una queja habitual por tu parte a la que deja de reaccionar.
Propuesta:
Reserva un momento neutro en el que estén relajados para seleccionar cuál de todas tus demandas es la relevante para ti.
Establece una jerarquía, y si quieres que tenga impacto, modula su frecuencia. Menos es más.
#4. No le compensa
Para ti es lógico y razonable lo que le pides a tu pareja, sin embargo, ¿te has parado a pensar si para él o ella también lo es?
¿Tiene claro lo que va a ganar, si cambia de conducta? ¿Sabes si le supone mucho esfuerzo? ¿Cuáles son las principales resistencias que ofrece para no llevarla a cabo?
Quizá, le has subrayado lo importante que es para ti, pero es interesante que puedas encontrar alguna ventaja o beneficio para la otra parte y presentársela como tal.
Para que haga un cambio, la persona ha de sentir que la inversión que hace (tiempo, dinero, esfuerzo físico o psicológico, etc.) se ve recompensada (ganancias percibidas en alguna dimensión)
Propuesta:
¿Puedes ayudar a tu pareja a minimizar el esfuerzo y los costos, simplificando la acción?
¿Puedes ayudarle a ver los beneficios del cambio?
#5. No sabe cómo hacerlo
Saber qué, no implica saber cómo. A veces el mensaje llega de forma negativa: “no me tortures, deja de repetirme lo mismo 8 veces”; o de manera muy general: “por favor, ayúdame un poco más”, y esto hace que el contenido quede contaminado y se pierda
Propuesta:
Habla en positivo, de manera específica y detallando lo que quieres versus lo que no quieres.
Ejemplos: “Por favor, resérvate el viernes para que podamos hablar más tranquilamente de esto”; “déjalo en la caja de madera de la entrada, ahí lo encontraremos rápido al salir”