“y caminó todo un día por el desierto. Llegó adonde había un arbusto, y se sentó a su sombra con ganas de morirse. ¡Estoy harto, Señor! —protestó—. Quítame la vida, pues no soy mejor que mis antepasados. Luego se acostó debajo del arbusto y se quedó dormido. De repente, un ángel lo tocó y le dijo: Levántate y come. Elías miró a su alrededor, y vio a su cabecera un panecillo cocido sobre carbones calientes, y un jarro de agua. Comió y bebió, y volvió a acostarse”. – 1 Reyes 19:4-6
La depresión es un enorme problema. El Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC) nos dice que el suicidio es la causa principal de muerte en adolescentes. Ha sobrepasado, por una gran cantidad, a los accidentes automovilísticos como la causa principal de muertes en ellos. ¡Ese es un hecho deprimente!
Un artículo en The Wall Street Journal titulado, “Por qué ella toma”,** habla sobre el tremendo incremento en el abuso del alcohol entre las mujeres estadounidenses en los últimos 10 a 15 años. El artículo dice, “Las mujeres tienen una probabilidad dos veces mayor de sufrir depresión y ansiedad que los hombres y tienen una probabilidad mayor de medicar esas condiciones con alcohol”. Es obvio que la depresión es un problema grande con el que muchos están luchando, tanto jóvenes como adultos.
Si usted está actualmente luchando con la depresión o tiene un miembro de la familia o amigo luchando con los síntomas de depresión, la vida de Elías pudiera ser de ayuda para usted. Este gran hombre de fe fue una persona igual que nosotros. Después una experiencia espiritual cumbre con Dios, Elías estuvo agobiado por temor y depresión.
Elías, el profeta, era un guerrero espiritual poderoso, quien había demostrado un gran coraje en medio de una gran oposición. Dios le dotó de poder sobrenatural para tener victoria sobre los falsos profetas de su época. Incluso así, él sabía que sus enemigos estaban tras él. De modo que huyó. Elías, teniendo miedo, fue tan agobiado por la depresión que hasta le pidió a Dios que le quitara la vida.
Una razón por la cual él descendió a un punto tan bajo es que él estaba agotado tanto en lo emocional como en lo espiritual. Su agotamiento le llevó a enfrentar un tipo diferente de guerra espiritual. Él se sintió tan desesperado que la vida ya no tenía sentido y le dijo a Dios que quería morir, entonces acostado debajo un árbol se quedó dormido.
Eso es lo que dice la Escritura, “Luego se acostó debajo del arbusto y se quedó dormido. De repente, un ángel lo tocó y le dijo: Levántate y come. Elías miró a su alrededor, y vio a su cabecera un panecillo cocido sobre carbones calientes, y un jarro de agua”. ¿No te encanta la forma que Dios le ministra a este hombre? Con una gran gentileza, Él le permitió a Elías dormir, luego lo despertó y le dio de comer. Y Elías volvió a descansar más. Después de eso, Dios le volvió a ministrar con una voz suave y le dio una nueva misión.
Si estás pasando por depresión, recuérdate que cuando el hombre pierde la esperanza, él comienza a desear [literalmente a “esperar] la muerte. Pero Dios entiende nuestra depresión. A veces, Él sabe que simplemente necesitamos de un tiempo de descanso y refrigerio. A veces, Él sabe que necesitamos una nueva dirección. Incluso así, sobre todo: recuérdate que Dios está contigo, que te ama independientemente de cómo te sientas. Él siempre está con nosotros y se preocupa por nuestras necesidades. Dios es sumamente poderoso. También es tierno y amoroso.
Si estás en depresión y no tienes el deseo de continuar viviendo, mira hacia el cielo. Habla con tu Creador, el Dios del universo. Cuéntale todo—todos tus temores, tu ira y el por qué no quieres continuar. No sólo Él te va a entender, sino que Él puede restaurar tu vida y, con el tiempo, te va a dar una manera de salir de esa situación. Todo comienza con poner tu confianza en Él día a día. Recuerda: Él no nos da la fortaleza que necesitaremos mañana en el día de hoy, sino que nos dará mañana la fortaleza que necesitaremos mañana. ¡No te rindas! Toma las cosas un día a la vez.