Si hay dependencia, adiós individualidad. Saltarás al compás del otro, de sus necesidades, caprichos o sugerencias, a costa de ti mismo o sin la menor autodeterminación: “Sólo importas tú”.
Entregarse sin recatos ni principios implica situar fuera el control de la propia vida y esclavizarse. ¿Qué otra cosa podría significar la tan sonada frase “tus deseos son órdenes para mí? Los individuos que piensan de esta manera ponen todas sus facultades y recursos mentales al servicio de la persona amada y viven atentos a cada una de sus señales y necesidades, como si se tratara de alguna obligación ineludible.
Un joven juraba a su novia: “Haré lo que me pidas, con tal de que sigamos juntos”. Ella, ni tarda ni perezosa, se limitó a verificar la propuesta: “¿lo que te pida?”, preguntó. Vaya a saber qué habrá pasado por su mente. Mucha desesperación y muy poca autoestima de parte del joven: “Haré lo que me pidas” o lo que es lo mismo: “Haz lo que quieras de mí”.
Puro apego y necesidad imperiosa del otro sin medir consecuencias. Eso no es amor sino subordinación emocional. La gente dirá: “¡Cuánto la ama!”, y yo digo “¡Qué poco se ama a sí mismo!”
Actuar exageradamente en función del otro y “ver sólo por sus ojos” tiene, al menos, dos consecuencias negativas para la salud mental: a) dejar de tenerse en cuenta a uno mismo y ubicarse en un segundo plano en la relación y b) hacer que la pareja se acostumbre a recibir más que a dar. Cuando se rompe la reciprocidad aparecen los dictadores y los tiranos.
Es difícil estar con alguien que se comporta como un esclavo y no sentirse “amo”. ¡Es tan cómodo que la persona amada viva en función de uno!
Es sumamente complicado ser libre si sólo se vive para complacer al otro. Lo que nunca debes perder es tu punto de control interno, es decir, la capacidad de hacerte cargo de ti mismo y dirigir tu propia conducta. Estar atento de ti mismo: quererte, cuidarte, autorreforzarte. Sin autodirección serás como un barco a la deriva.
La solución está en desarrollar un pensamiento más constructivo, de ida y vuelta: “Me ocupo de ti y también de mí”. Pienso en ti y también pienso en mí “, “Te ayudo y también me ayudo”.