Superar una crisis de pareja no es algo sencillo. Es una situación difícil que, en ocasiones, tiene soluciones que no nos gustan. Por eso, hoy comparto contigo una historia antes de adentrarnos en aquellos consejos que pueden ayudarnos a superar dicha situación. La historia es la siguiente:
“Siguió sus pisadas con la esperanza de que en algún momento mirase hacia atrás, recordando día tras día aquella dulce voz que en su memoria le hablaba, aquellos ojos que mutuamente muy de cerca se miraban y aquella forma de temblar cuando ambos cuerpos se rozaban. Y su caminar esperanzado, a la vez que roto el corazón, no dudaba en seguir adelante a pesar de los mil nos y de los mil rechazos que ya se juntaban en su inmediato pasado.
Con millones de lágrimas iba regando sus huellas, marchitando lo que de voluntad le quedaba y jurando y perjurando que ya no volvería a perseguir más sus pasos. Y los suyos cautivos de dolor se arrastraban entre el lodo de rumiantes pensamientos dejando cualquier atisbo de lo que en su día llamó alegremente dignidad.
Y a pesar de las infinitas promesas hechas a amigos, familiares y a su propio ser, volvía a rogar. No le importaban los resultados que le acarreaban, siempre volvía a suplicar.
Siempre que despertaba la señal de angustia desde muy adentro, esta le gritaba dominando su capacidad de control y dejándose llevar por los designios de la desesperanza.
Y su autoestima hundida y pisoteada, inmersa en el fango más oscuro y profundo abisal se escondía, abandonando a la persona que una vez la acompañó. Desplazada por la melancolía de los recuerdos del amor roto y perdido, de la fidelidad eterna y de proyectos de futuros quebrados.
Y miró hacia atrás y pensó: ¿Qué podría haber hecho para no llegar hasta allí? Y lloró…”
La mayoría de relaciones no terminan de común acuerdo. Así, mientras una parte avanza sintiéndose libre de algo que ya no siente y que ansía poder dejar atrás, la otra persona sigue apegada a su figura, a sus rutinas, a esas huellas imposibles de borrar de la propia realidad. Superar estas situaciones no solo exige tiempo. Implica un gran trabajo a nivel personal.
La realidad de las crisis de pareja
¿Quién no ha sufrido o ha sido testigo de una crisis de pareja? ¿Y de las que hemos vividos o sido testigo, cuántas se dejaron llevar por la frustración o por la derrota? ¿Cuántas lucharon contra un no rotundo, contra lo inevitable de una ruptura con la esperanza de arreglar y volver al punto de retorno?¿Qué podemos hacer para no llegar hasta aquí?
Es cierto que en muchos casos un “no” se puede arreglar; otros son para siempre, pero en algunos casos un “no” no rotundo de nuestra expareja lo podemos estropear por nuestra angustia, falta de control y por querer tener una pronta respuesta; ya que puede necesitar tan solo un tiempo para respirar. Y es que a veces esa presión es la que empuja al otro a tomar la decisión final del “no”.
Los conflictos de pareja como cualquier conflicto de este mundo, pueden tener solución. Activar una salida adecuada requiere compromiso y voluntad, implica a su vez saber hacer, ceder y de comprender. Una ruptura, a veces, puede ser la salida de uno de los miembros de la pareja a una situación que desde su punto de vista es insoportable. Y eso es algo que debemos aceptar.
Incluso en muchos casos puede ser más una toma de oxígeno que un abandono real. La cuestión es que normalmente hay una parte activa y otra pasiva, es decir, una parte que quiere dicha separación de forma activa y otra persona pasiva que ni lo quiere, ni lo desea.
No por ser la parte activa de la decisión se sufre menos, ni por ser la parte pasiva es que se tenga la culpa de dicha separación.
Cuando se habla de ruptura y esta no se debe a terceras personas, hay que hacer autocrítica por mucho que nos pese, porque a pesar de haber intentado hacer las cosas bien, posiblemente en muchos casos, nos habremos equivocados, habremos juzgado y habremos provocado sin quererlo situaciones insostenibles.
¿Qué hacer ante una crisis de pareja?
Hay muchos consejos que se pueden dar para que estas situaciones no lleguen a un punto de no retorno. Algunos de estos son los siguientes.
1. No imponer sino dialogar
No todos disponemos de las habilidades suficientes para dialogar, para poner sobre la mesa las propias emociones y dirigirnos al otro con el corazón abierto y con respeto. Llegar a un consenso exige mesura, empatía y reciprocidad. Ahora bien, cuando la sombra de una ruptura está en el horizonte, asoman siempre los sentimientos más afilados. Sentimos miedo, sentimos angustia, nos ahoga la incertidumbre.
- Debemos ser capaces de dejar de luchar por ver quién tiene la razón.
- Hay que centrarse más en el presente y no rememorar conflictos ya pasados, ni mucho menos ponerlos como ejemplo.
- Evitemos buscar culpables, seamos cercanos, humildes, aprendamos a comunicar y no a imponer nuestras propias necesidades en exclusiva.
2. Entender que los desacuerdos son normales
Es normal no estar de acuerdo con algo, es más, en ocasiones ser capaces de abrirnos al punto de vista de nuestra pareja nos permitirá entender su realidad. Asimismo, hay un hecho que no podemos dejar de lado: ser pareja no implica estar de acuerdo en todo, amar a alguien exige respetar las diferencias, compartir unos mismos valores y aprender de los desacuerdos.
- En toda crisis de pareja aparecen las clásicas discrepancias. Saber abordarlas con respeto, inteligencia y solvencia nos permitirá salir fortalecidos de esa situación.
- Aprendamos por tanto a normalizar esos puntos que nos diferencian, entendamos que las discrepancias no separan mundos, en ocasiones, los buenos exploradores saben hallar puntos de confluencia.
3. La voluntad se contiene en los pequeños gestos
Hay pequeños detalles que resultan mucho más potentes que las grandes acciones destinadas a congraciarnos. Así, cuando estemos atravesando una época compleja con nuestra pareja, debemos ser capaces de alimentar más que nunca esos pequeños gestos.
Una sonrisa, una pequeña broma de matices dulces e inteligentes cuando la situación está tensa, una caricia, una mirada que cede, un cuerpo que busca un abrazo, un detalle inesperado… Todo ello configura un lenguaje hecho para alimentar el afecto y unir puentes cuando más lo necesitamos.
4. Evitemos criticar a la persona, centrémonos en conductas
Si hemos de criticar algo que no nos gusta, mejor dirigirnos a la conductaque a la persona. Es decir, hay quien en medio de una discusión no duda en ejecutar toda una serie de maquiavélicas estrategias para dar donde más duele, para establecer en un visto y no visto un kilómetro de distancia. Nos referimos a las siguientes artimañas:
- Menospreciar esfuerzos.
- Comparar a la pareja con otras personas que no nos gustan ( es que tú estás haciendo lo mismo que mi hermana o la pareja de mi mejor amigo).
- Infravalorar aquello que le agrada a la otra persona.
- Criticar su forma de ser, su aspecto físico, sus costumbres..
5. Tomarnos un momento antes de reaccionar
Cuando la situación se esté complicando y las emociones nos desborden, lo mejor es darnos un tiempo. Detenernos, tomar aire, reflexionar. Es más, ante una crisis de pareja debemos tener muy en cuenta que factores como la ansiedad, la decepción o la angustia momentánea nos pueden hacer que digamos cosas que en realidad, no queremos.
Actuemos por tanto con prudencia.
6. Escuchar activamente
¿Sabes escuchar? La mayoría no lo sabemos hacer con efectividad, y más cuando atravesamos un instante complejo con otra persona. A menudo, quienes hablan y reaccionan son nuestras emociones, por ello hay que poner el cerebro, el equilibrio, el sentido común y la escucha sobre la mesa para sobrellevar esos momentos del mejor modo.
Procuremos por tanto aplicar una escucha activa. Esa donde guardar silencio y leer a su vez en la otra persona sus miedos, sus necesidades, sus realidades internas. Además de oír sus palabras, hay que ser capaces de leer el lenguaje no verbal.
7. Buscar actividades en común
A veces, buscar actividades en común y compartir tiempo nos permite encender las ascuas de nuestra relación. Para ello, nada mejor que tener en cuenta esos intereses que ambos soléis tener en común, pactar una salida, un plan de ruta y después, dejarnos llevar por la espontaneidad, por ese aquí y ahora donde a menudo, las emociones hablan solas.
Cambiar de escenarios nos permitirá también relativizar problemas, vale la pena tenerlo en cuenta.
8. Confiar
Confiar y dar también un tiempo propio a la pareja, no ahogarla con llamadas o mensajes, y respetar su espacio propio es una estrategia más que idónea para trabajar estas crisis.. La libertad es el germen del amor verdadero. Este es un hecho que no podemos dejar de lado, recordemos que la confianza es clave en todo vínculo auténtico, en todo lazo que deseemos cuidar y preservar.
9. En una crisis de pareja, no te olvides de dedicarte tiempo a ti mismo
Una crisis de pareja implica tener que sobrellevar la carga de muchos miedos e infinitas incertidumbres. Solo pensamos en la otra persona, su sombra, si figura y su presencia lo invade todo. Colapsa además cada fibra de nuestro ser. Permitámonos por tanto dedicarnos un poco de tiempo para atendernos, para cuidarnos, para centrarnos también en nuestra salud y necesidades.
“La energía ni se crea ni se destruye, sólo se transforma”.
-Albert Einstein-
Finalmente la crisis de pareja acabará tomando el camino que proceda. Tanto si retomamos la relación como si aceptamos la ruptura, hay que afrontar la realidad en todos sus matices y con la mayor dignidad posible. No nos olvidemos por tanto de nosotros mismos en ningún instante. Afrontemos lo que venga con valentía e inteligencia dándonos la oportunidad de aprender de todo el proceso, tome la dirección que tome.