Existen una serie de creencias adquiridas en la sociedad desde que somos bien pequeños que favorecen que las relaciones de pareja que generamos en la vida adulta no sean sanas, y fomentan que se pueda iniciar y/o mantener relaciones tóxicas o de malos tratos.
Esas creencias de las que hablo se han denominado “mitos del amor romántico”. Voy a enumerar algunos de ellos, que muchas veces están relacionados y que son los que me encuentro frecuentemente en la consulta, y como afectan para construir relaciones más sanas.
El primero es: “la felicidad únicamente nos la dará la vida en pareja”,
basado en la idea de “la media naranja”.
Nos han hecho creer que si no estamos en pareja estamos incompletos, que nos faltaría algo para ser felices y que para estar bien necesitamos estar emparejados. Si no, se estaría en soledad. Cierto puede ser que tener pareja es un factor más que puede contribuir a nuestra felicidad. La idea no es negar que nos guste compartir, proporcionar y recibir afecto de una pareja. La idea es saber que, si se basa en este mito, caerá en un error y que le llevará a tener un malestar importante cada vez que no tenga pareja. Si nuestra condición de la felicidad únicamente pasa por estar emparejado corremos el riesgo de depender de otra persona, de generar relaciones adictivas e insanas. Es muy posible que se genere una obsesión tal, que lejos de hacernos feliz, nos lleve a buscar una pareja de una manera exagerada e insistente provocando o estando en relaciones nefastas para nuestra salud psíquica ya que acabará mermando nuestra autoestima y tendrá un efecto de círculo vicioso.
Si nuestra condición de la felicidad únicamente pasa por estar emparejado corremos el riesgo de depender de otra persona
Esto se asemeja a la idea de buscar agua en el desierto teniendo mucha sed, en cualquier parte usted verá ese agua desvirtuando la realidad aunque no exista en ese lugar. Eso es lo que le puede ocurrir, fruto de su desesperación, verá a cualquier persona potencial para ser su pareja, aunque no le satisfaga ni se sienta cómodo/a.
Puede ocurrir que generar una alta expectativa en la persona que le atraiga, le lleve a incurrir en errores y hacerse una idea preconcebida y deformada. Como ocurre en el ejemplo del desierto cuando se ve agua donde no la hay. En esa ilusión quizá quiera acelerar el proceso de conocer a alguien y atribuya características personales que no sean reales, basándose en lo que le proporcionaría estando en pareja. La felicidad no es una condición, es un estado y es imposible ser siempre feliz, tendremos momentos de todo tipo con o sin pareja.
La felicidad no es una condición, es un estado y es imposible ser siempre feliz
Obsesionarse en esta idea hace que se olvide de fomentar la ilusión en otras áreas de su vida, dando prioridad a la pareja en todo momento. De esta manera, si rompe la relación nos dará la sensación de pasar de una total alegría a una gran amargura y decepción, con la idea de quedarse rota toda su vida, corroborando este mito. Y lo que ha ocurrido es que ha depositado toda su energía únicamente en esta área de su vida, olvidándose de alimentar otras áreas que también contribuyen a estar bien.
Este mito generalmente ha tenido más fuerza en las mujeres cuyo personajes en el amor han solido estar representadas por personas tristes y amargadas hasta que llega la pareja, “que además suele representar de alguna forma una salvación”.
“El amor puede con todo”, “el amor hará que se resuelva este problema”. Aquí podemos incluir también “mi amor hará que cambie”.
No basta con querer, también hay otros factores que ayudan a resolver o no los problemas que surgen en la pareja. Es importante el contexto de cada uno, los diferentes objetivos y creencias acerca de uno/a mismo/a, los valores de ambos miembros de la pareja, las habilidades de resolución de problemas que se tengan y capacidad para comunicar. Es frecuente encontrarnos en consulta parejas que se quieren pero que no tiene la misma idea de la vida y sus objetivos son distintos, este hecho les frena en poder avanzar como pareja. Un ejemplo sería que un miembro quiere tener hijos y el otro no; que uno crea en “las relaciones abiertas” y el otro no, que uno quiera vivir por ejemplo en España y el otro en Francia etc. Podemos ceder en algunos aspectos y a través de la comunicación llegar a acuerdos. No siempre es posible llegar a consensos en temas que son fundamentales para uno o ambos miembros y sobre todo no podemos cambiar al otro/a. El amor no moldea al otro a mi medida, es como es, y puedo o no aceptarlo. Mi comportamiento puede influir en mi pareja pero nunca podrá cambiarlo.
Mi comportamiento puede influir en mi pareja pero nunca podrá cambiarlo.
Este mito nos lleva a hacer cosas de manera forzada para “salvar la pareja”, y lo único que hace es empeorar más la relación. Por ejemplo, si no nos sabemos comunicar, no hay una base buena de confianza y hay problemas, lo mejor para salvar nuestro amor es “vamos a tener un hijo” o “vamos a casarnos”. Tomar decisiones en pareja de esta manera generará a la larga más tensión y frustración, puesto que lejos de cumplirse las expectativas puestas en las decisiones, el problema de pareja se agravará más.
Esta idea del amor nos lleva a mantenernos en relaciones tóxicas por el mantenimiento de la perspectiva de que el amor triunfará por encima de todo, como le quiero algo se podrá hacer y nos olvidamos que una relación es de dos personas y que cada una tiene unos miedos, necesidades y motivaciones diferentes.
Otro mito muy generalizado e interiorizado es la idea de “sin ti no soy nada” o “no puedo vivir sin ti”.
Relacionado también con los dos mitos anteriores. Este mito nos lleva tener un miedo excesivo por perder a la persona amada, facilita que haya conductas controladoras y muestras de celos, o también perdonar y /o justificar todo en el nombre del amor. Genera una fuerte dependencia con la otra persona, buscando la aprobación continúa de la pareja por el temor a que nos dejen. Quizá no sea consciente de tener esta creencia, se puede apreciar de formas más sutiles en comportamientos como no decir lo que pensamos. Si su comportamiento frecuentemente son para complacer a su pareja incluso a costa de usted, haciendo favores continuos que nos suponen un gran esfuerzo sin que el otro lo pida, etc. le conducirá a una baja autoestima y declive de la relación. Perderá la conciencia de lo que quiere y de quien es, olvidándose de sus propios deseos, valores y dignidad.
Creer que el enamoramiento y el amor son lo mismo, o el mito de la pasión eterna.
El amor evoluciona a lo largo de una relación, esto tampoco significa que evolucione en indiferencia, si esto ocurre ya no es amor aunque antes si lo haya sido.
Las sensaciones del principio no son las mismas en una relación de amor. Digamos que el enamoramiento es una etapa dentro del amor, que es natural y normal tener. El fuerte deseo que tenemos de estar con esa persona hará que se fomente la unión y que nos fijemos más en las semejanzas que en las diferencias. Esto no es insano si se concibe como una etapa, pero si pretendemos que el amor sea así y nunca haya problemas nos llevaremos una decepción importante, que puede que nos conduzca al desamor.
Existen personas “adictas a esta etapa del enamoramiento”
Se habla de que existen personas “adictas a esta etapa del enamoramiento”, todas las sustancias que se liberan a nivel cerebral sería como la droga, con lo cual son personas que se cansan pronto de la relaciones porque no buscan conocer a la persona sino vivir en un estado emocional continuo que no es posible. El amarse en las diferencias es lo que hará a una relación más fuerte, saber lidiar con ellas y aceptarlas, afrontar los conflictos y aprender a comunicarse sin perder la identidad. El amor madura con el paso de los años, al igual que nos ocurren con otras relaciones como las amistades. La pasión disminuye y aumenta el por aprecio y cariño, los nervios del principio y el miedo al rechazo se cambian por mayor tranquilidad. En este proceso salen dificultades, diferencias, intereses divididos y se afirma la autonomía dentro de la pareja. En el fondo estas etapas forman parte de un proceso de maduración de la pareja que por hacer un símil, es semejante a la que tenemos desde la niñez, pasando por la adolescencia a la vida adulta. Al principio no se ven las dificultades ni las diferencias, se van viendo con el tiempo, en un proceso sano de maduración y se necesitan ir integrando en la relación sin renunciar a lo que somos como persona. Estar en otras etapas del amor no tiene por qué ser peor, simplemente es distinto. Frecuentemente hay personas que dicen “al principio es así (refiriéndose al enamoramiento) pero luego cuando te casas, cuando pasan años etc. todos los hombres son iguales, o todas las mujeres son iguales, ya no es lo mismo”. Se decepcionan con el amor y evitan tener relaciones para no sufrir, pero en el fondo de este comportamiento está este mito también. Piense que si todo fuera como al principio, también se acabaría aburriendo. Nuestra mente necesita nuevos retos, nuevos conocimientos… La idea es construir y al igual que nos realizamos como personas, ir realizando la pareja, y eso supone pasar por etapas difíciles para poder evolucionar.
No obstante, no se olvide que el deseo en una relación es como la idea de sacar al niño/niña cuando estamos en la etapa adulta, hay que alimentarlo. Buscar en ocasiones desinhibirnos y hacer algo diferente para la pareja es una inyección de vitalidad y de energía en la relación. No hace falta hacer grandes cosas, pero si aprender a disfrutar más los momentos y vivir ese presente.
Los celos demuestran amor. Cuánto daño hace este mito en las relaciones y sus integrantes.
Los celos representan el miedo a perder algo y hay una subcreencia debajo de este mito que tiene que ver con la idea de posesión, que nuestra pareja nos pertenece y que podemos hacer lo que deseamos y necesitamos con ella. Si es su caso, no olvide que lo que la otra persona quiere y necesita cuenta, mi pareja está conmigo porque quiere, es decir de forma libre. Los celos no son muestra de amor y si se manifiestan queriendo controlar a la otra persona estamos muy lejos de la idea de un amor sano. No sólo es querer hay que saber querer bien. Los celos patológicos representan miedo e inseguridades. En consulta o incluso con alguna amistad me encuentro que alguien me diga creo que “X” me pone los cuernos, y puede ser que sea real o no, no puedo asegurar nada y no puedo aliviar esta creencia. Frecuentemente hago esta pregunta ¿realmente lo que te importa es la posible tercera persona o cómo se está comportando su pareja últimamente? ¿o lo que siente usted con esa relación? Quizá sea más importante mirarse a sí mismo y ser consciente de como uno está en la relación que buscar una tercera persona como fuente del problema. Y en base a eso, comunicarse, observar que relación se tiene y tomar decisiones al respecto.
En definitiva, estas ideas propician que fomentemos amores desequilibrados y elijamos parejas tóxicas que restan en vez de sumarnos.