Las relaciones de pareja pueden aportar seguridad, compañía, deseo, favorecen la organización de objetivos compartidos, y por tanto genera también ilusiones, a veces dependencia, hace que existan planes para crear una familia, para convivir, y cuando se rompen con cierta brusquedad generan un fuerte impacto para ambas partes. No siempre cuando se llega a la ruptura es de forma conflictiva e inesperada, pero cuando esto ocurre los efectos emocionales tienden a magnificarse.
Cuando se materializa una ruptura de pareja puede plantearse de mutuo acuerdo o por deseo de sólo uno de los dos. En este caso se establecen dos posiciones muy marcadas, la del dejador y la del dejado. El que rompe suele asumir el papel del malo, de injusto y recibe frecuentemente el enfado del otro.
El abandonado por su lado se queda con la sensación de impotencia, de frustración, de engaño, de no entender muy bien por qué ha ocurrido. Muchas veces ambos viven, con síntomas de malestar intenso, sus diferentes papeles pero en esta ocasión vamos a centrarnos en los efectos sobre el abandonado.
El dejado: impotencia, frustración y engaño.
La dificultad principal para el que ha sido dejado es la de asumir que no hay vuelta atrás. Normalmente la mayor parte del tiempo lo dedicará a buscar alternativas para volver, para encontrar dudas razonables en el otro como para que haya opciones para la reconciliación, y “ver como recuperar a mi pareja”. En esta fase inicial de la ruptura de pareja, las dudas reales del dejador, el miedo a dañar al otro y el miedo a un futuro sin el otro, son claves para valorar los efectos emocionales sobre el dejado. Si realmente la ruptura se materializa, cuanto antes se asuma antes se podrán generar medios en el abandonado para continuar con su vida, distanciarse emocionalmente, y por tanto, muy frecuentemente enfadarse con el otro y centrar su esfuerzo en crear nuevas rutinas y nuevas expectativas futuras. Si el dejador teme o duda sobre la decisión que toma, esto alargará mucho el proceso de ruptura.
En una ruptura de pareja el dejado puede vivir las siguientes etapas:
- Búsqueda de certezas en relación a si hay vuelta atrás o no.
- Búsqueda de causas, razones que le llevaron al otro a la decisión. En este caso el dejado puede comenzar a indagar obsesivamente en facturas de teléfono, preguntar a amigos del otro sobre hechos, fechas, etc. Si encuentra información que le dé certezas sobre la razón escondida de la ruptura, se calmará, pero de no ser así puede cronificar o cuanto menos prologar enormemente el proceso.
- Alternancia amor/odio según momentos.
- Aceptación de que es posible no volver, pero con la opción de que haya alguna alternativa futura, intentando dejar puertas abiertas y que no se condene del todo la relación a un final definitivo. Aquí el deseo del dejado es el de que ojala el otro se lo piense rápido y se dé cuenta de que merece la pena volver, aparece el miedo a que si sigue pasando el tiempo será demasiado tarde para la reconciliación, quizás para entonces ya haya otra persona.
- Si llegados a este punto hubiera un acercamiento, inicialmente se vería como aliviante y tranquilizador, pero normalmente al poco tiempo el bienestar se convierte en reproche e indignación. Empieza a verse lo ocurrido como dañino y aparece una sensación fuerte de venganza o de necesidad de ser resarcido. Frecuentemente hace que sea ahora el dejado el que pone frenos a que la relación avance y continúe.
- Enfado y decepción, y finalmente: aceptación y superación
¿Es tan importante la causa de la ruptura de pareja?
Por tanto si usted está viviendo esta situación, tenga en cuenta estas posibles fases e intente tener especial cuidado con la búsqueda de certezas sobre la causa de la ruptura. Obsesionarse puede ser peligroso y si lo piensa bien probablemente la causa no es tan importante. Lo que importa es si su pareja quiere seguir estando con usted o no.