Miguel Ángel Pla // Psicoterapeuta – Coach personal y ejecutivo // direccion@miguelpla.com // Teléfono: (81) 43 00 25
Muchas personas hoy en día padecen ataques de pánico, también conocidos como ataques de ansiedad. Un ataque de pánico es una experiencia muy intensa en la que sin razón aparente comenzamos a sentir miedo, angustia y sensaciones físicas como taquicardia, sudoración, adormecimiento de manos y piernas, dificultad para respirar, etc. En muchos casos quien lo padece no sabe lo que está ocurriendo y esto genera más miedo e incertidumbre. Pero, ¿por qué se dan los ataques de pánico?
La respuesta de alarma natural de nuestro cerebro
Cuando nuestro cerebro percibe un peligro, automáticamente dispara una respuesta de alarma conocida como de “huir o pelear”. Lo que hace es preparar al organismo para huir de la amenaza o si esto no es posible, para pelear y salvar nuestra vida.
La función de alarma produce un aumento de actividad de diversas funciones corporales como aumento en la presión arterial, intensificación del metabolismo celular, incremento de glucosa en la sangre, aumento en la coagulación sanguínea e incluso un aumento en la actividad mental. De igual manera la sangre se va a los músculos mayores, principalmente a las piernas, para tener suficiente energía para escapar si es necesario. El corazón comienza a trabajar a una velocidad muy por encima de lo habitual, llevando rápidamente hormonas como la adrenalina a todo el cuerpo y a los músculos. El sistema inmunológico se detiene, así como todas las funciones no esenciales en el cuerpo, para prepararlo para lo que venga: la huida o la pelea.
Ataques de pánico o ataques de ansiedad: cómo inician
En algunas personas esta alarma se activa sin ninguna razón aparente. Cuando esto sucede, se da lo que se conoce como un ataque de pánico o ataque de ansiedad.
Durante un ataque de pánico, se dispara la alarma, la persona comienza a sentir todas las reacciones fisiológicas primitivas de huir o pelear, e inmediatamente vienen a la mente imágenes catastróficas. Cuando esto sucede, la persona percibe una confirmación de que sus síntomas iniciales eran de hecho indicadores de un peligro serio. Una sensación de peligro extremo invade a la persona, con lo cual el sistema de alarma vuelve a reaccionar desencadenando la respuesta de miedo, volviéndose así un círculo vicioso que paraliza a la persona, y cuando esto sucede podemos hablar ya de estar viveindo un ataque de pánico oataque de ansiedad.
Evolución de un Ataque de Pánico o Ataque de Ansiedad
El siguiente esquema muestra paso a paso el desenvolvimiento de un ataque de pánico, y cómo es que se convierte en un círculo vicioso:
1. Algo detona el sistema de alarma en nuestro cerebro. Puede ser un factor externo o interno. Generalmente no estamos conscientes de este detonador, y no nos percatamos de todo lo que está sucediendo en nuestro organismo sino hasta el punto No. 3.
2. Al detonarse el sistema de alarma, comienzan a darse los cambios físicos en nuestro cuerpo, preparándose para “huir o pelear”. Estos cambios son el aumento de adrenalina, aumento en la frecuencia cardiaca, aumento de la temperatura corporal, la sangre se va a los músculos de brazos y piernas lo que puede causar una sensación de hormigueo, etc. Recordemos que hasta este punto, todo está sucediendo de manera automática, y no nos hemos percatado de ello.
3. En este punto es donde percibimos por primera vez algo raro en nosotros. Comenzamos a darnos cuenta de que el corazón late más rápido, sudamos, hay cierto nerviosismo, y estas sensaciones hacen que pongamos toda nuestra atención a lo que nos está pasando y lo que estamos sintiendo. Ponemos toda nuestra atención en el miedo, en las sensaciones del cuerpo y entonces es cuando pasamos al punto 4.
4. Al percibir todo esto, comenzamos a interpretarlo. El problema es que lo interpretamos con pensamientos catastróficos como “me está dando un infarto”, “me voy a morir”, “me voy a desmayar”, “nadie me va a ayudar”, “este es el fin”, etc… Al tener este tipo de pensamientos, es prácticamente inevitable que se de el paso No. 5.
5. Pánico. Antes, cuando se disparó la alarma, el organismo se preparó ante una supuesta amenaza, y si, existe un cierto grado de miedo que es normal y necesario para la “pelea”. Pero en este punto ya entramos a lo que es el pánico, donde ya perdemos el control de nosotros mismos, de nuestras decisiones y de nuestro actuar. Este pánico se convierte entonces en un nuevo detonador, por lo que aumentan las palpitaciones, aumenta la sudoración, aumenta el hormigueo, probablemente aparecen incluso otras sensaciones físicas como mareo o debilidad en las piernas. Nos percatamos de esto y confirmamos nuestros pensamientos catastróficos, con lo que aumenta el pánico y así se convierte en un círculo vicioso en el que el mismo miedo es el que genera más miedo.
Lo más importante a tener en cuenta es que aunque no se sabe exactamente cual fue el detonador inicial que desencadenó el ataque de ansiedad, lo cierto es que el peligro que nuestro cerebro está “percibiendo” no es real. Es decir no existe realmente una amenaza ahí afuera, y en realidad estamos a salvo. Nadie se ha muerto nunca de un ataque de pánico, aunque si pueden ser muy intensos y desagradables. Pero es muy importante estar consciente de lo que nos está pasando, para que cuando se presente, podamos estar tranquilos de que no nos está dando un infarto, sino saber que solamente es un ataque de ansiedad, y dejar que pase.
Tips para manejar un ataque de pánico:
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Hacer una respiración lenta y profunda, sostener el aire por 5 segundos y sacarlo lentamente. Luego hacer unas cuantas respiraciones normales y repetir la respiración profunda.
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Estar consciente de que es una reacción de ansiedad y decirse cosas tranquilizantes como “está bien, ya me ha pasado antes y lo he superado”, “ya va a pasar”, “es sólo mi cuerpo sintiendo ansiedad, pero no pasa nada”.
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Recordar que aunque la sensación puede ser muy inquietante y molesta, en realidad no está pasando nada grave y va a desaparecer pronto.
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Buscar distraerse para no alimentar los pensamientos catastróficos. Intentar platicar con alguien, recordar un número telefónico, hacer operaciones matemáticas en la mente, etc.
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Se recomienda no luchar contra el pánico, ya que esto lo fomenta. Es mejor dejarse llevar, observarlo, simplemente dejar que pase.
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Buscar un lugar en donde se esté cómodo mientras desaparecen las sensaciones desagradables. Tal vez sentándose en algún lado o recargándose en la pared.
Los Ataques de Pánico, o Ataques de Ansiedad tienen solución. Muchas veces quienes lo padecen piensan que nunca van a lograr resolver el problema ya que parece que cada vez es más intenso. Lo importante es abordar el problema de ataques de pánico con un Tratamiento contra Ansiedad efectivo y especializado en resolver el problema de ataques de ansiedad.