Se sufre por amor, ésa es la verdad. Incluso los que se vanaglorian de estar perfectamente acoplados a su pareja, en lo más recóndito de su ser a veces albergan dudas, inseguridades o pequeños miedos, anticipatorios respecto a su futuro afectivo.
El amor es múltiple. La experiencia afectiva está conformada por un conjunto de variables que se entrelazan de manera compleja.
Se me dirá que el amor no es para “entenderlo” sino para sentirlo y disfrutarlo, y que el romanticismo no soporta ningún tipo de lógica: nada más erróneo. La actitud sentimentalista, además de ingenua, es peligrosa, ya que una de las principales causas del “mal de amores” nace precisamente las creencias irracionales y poco realistas, que hemos elaborado sobre el afecto a lo largo de nuestras vidas. Las concepciones erróneas del amor son una de las principales fuentes de sufrimiento afectivo.
Amor deseado (principio del placer) y amor pensado (principio de realidad), lo uno y lo otro, razón y emoción en cantidades adecuadas. Hay que ordenar y regular el amor para hacerlo más amigable y próximo las neuronas.
El amor podría estudiarse mejor a partir de tres dimensiones básicas. Cuando estos elementos logran acoplarse de manera adecuada, decidimos que estamos en presencia de un amor unificado y funcional. Con base en sus raíces griegas, los nombres que reciben estos tres amores son: eros (el amor que toma y se satisface), philia (el amor que comparte y se alegra) y ágape (el amor que da y se compadece).
Un amor completo, sano y gratificante, que nos acerque más a la tranquilidad que al sufrimiento, requiere la unión ponderada de los tres factores mencionados: deseo (eros), amistad (philia) y ternura (ágape).
Entonces no hay un amor de pareja, hay al menos tres amores reunidos alrededor de dos personas, y la alteración de cualquiera de ellos hará que el equilibrio vital del efecto se pierda y el sufrimiento aflore.
El amor incompleto duele y enferma. Cuando más desintegrados estén los componentes del amor, mayor será la sensación de vacío y desamor.
Las necesidades y expectativas de los integrantes del pareja no coinciden y los componentes del amor se pierden en una maraña de confusión y malos entendidos. Si no tenemos un esquema cognitivo (mental) para incrementar los hechos, será imposible resolverlos.
La propuesta básica es que si se enlazan los tres amores con que amamos en esquema de amor unificado, no sólo la capacidad de disfrute se incrementará notablemente, sino que el dolor psicológico tendrá menos cabida.
El amor no tiene por qué producir sufrimiento si somos capaces de eliminar las creencias irracionales que la cultura ha inculcado en nosotros.