Mucha gente, respecto a algunos de mis escritos, me dice en tono de queja: “¡Es que no es tan fácil!”. Y es verdad: no es tan fácil como parece dejar a quien te golpea, no es fácil tener inteligencia emocional, no es fácil desprenderse del pasado y del futuro que te arrastra como si fueras su esclavo. Incluso alguien manifestaba envuelto en sus cadenas : “¡No es fácil dejar de tener un amo!”
Me pregunto: ¿Qué les pasa a estas personas? ¿Prefieren el dolor conocido y lacerante que el esfuerzo de salir de ello? ¿Acaso criar un hijo es fácil? ¿O hacer una carrera universitaria? ¿O sobrevivir luchando el día a día? ¿Es cómodo y sencillo dejar a quien amas porque no te ama? Obviamente NO ES FÁCIL, es duro, pero es NECESARIO, al menos si quieres tener una vida saludable y de crecimiento y potenciar el desarrollo humano.
¿O acaso pretendes alcanzar una transformación radical de tu ser con anestesia y sin exigirte, ni esforzarte? Pues lo siento: la vida misma es voluntad en acción, es insistencia y perseverancia. No hay crecimiento psicológico, sin tenacidad, y si alguien aspira a la tan anhelada “iluminación”, la noticia es que el camino es más transpiración que intuición instantánea y confortable.
¿Y si fueras un guerrero y no lo sabes? porque estás dormido o dormida. ¿Y si detrás de la apariencia de fragilidad que muestras se escondiera un valiente que no ha decidido aún tirarse la ruedo y coger las armas? El cambio duele: grábatelo a fuego en alguna parte del cerebro y no ¡no vengas con niñerías! El cambio es lucha serena, pero lucha al fin, implica una enorme cantidad de inversión de energía, requiere de seriedad y compromiso. Un discípulo le comentó una vez a su maestro zen: “¿Por qué no logro la iluminación?” Sin mediar palabra el maestro hundió la cabeza de su discípulo en un enorme cubo de agua. El joven pataleó, trató de librarse, sentía que se ahogaba, hasta que finalmente pudo salir y respirar. “Pero ¿qué haces?, ¿te has vuelto loco?”, exclamó indignado. Y el maestro le dijo: ” Cuando quieras la transformación con la misma fuerza con la que querías sacar la cabeza del agua y sobrevivir, alcanzarás la iluminación”.
Estimados amigos: el siglo XXI es “facilista” por excelencia. No queremos profundizar, pensamos que las cosas son asequibles con solo darle un clic en alguna parte del cosmos. Y si crees en Dios, recuerda que él te da el papel y la tinta, pero tu eres quien escribe tu existencia. Sin embargo, les digo sinceramente, partiendo de mi experiencia de tantos años como terapeuta: cuando hasta la mínima célula de tu organismo esté comprometida con el cambio, cuando no haya vuelta atrás porque la decisión está tomada de verdad, hasta la última gota de sudor estará a tu servicio. No habrá pereza, solo ganas a la enésima y en estado puro, no habrá tiempo de replicar un desgastado e infantil: “¡Es duro cambiar!”. El que habrá decidido es tu ADN. No habrá pregunta, solo una afirmación sentida y radical: “Ya empecé”.