Miguel Ángel Pla
Psicoterapeuta – Coach Personal y Ejecutivo
Citas al: (81) 83784710
“Haría cualquier cosa por ti, si me lo pidieras”. ¿Quién no ha dicho esta frase alguna vez en su vida, bajo el efecto hipnótico del enamoramiento? ¿Y cuántos no se han arrepentido luego?
Amor sin límites, sin condicionamientos, libre de pecado y más allá del bien y del mal. Existir para el otro.
Y si eres mujer… la cosa es peor: “Estás hecha para amar”, afirmaban sin pudor pensadores de la talla de Rousseau. “Amar hasta reventar…
Quienes están dispuestos a entregarse hasta la médula y sin recato, no importan las consecuencias.
“Sacrificio y amor van de la mano” dice la sabiduría popular, porque así fue concebido por la civilización desde los comienzos. ¿Qué ya está pasado de moda, que el posmodernismo ha erradicado totalmente tal concepción? Lo dudo.
La exigencia de un amor irrevocable y sometido al otro sigue tan vigente como antes, aunque más solapado y maquillado por las reivindicaciones y conquistas sociales.
Las mitologías del amor, además de ser altamente nocivas para la salud mental, todavía están presentes en el imaginario de infinidad de mujeres.
Obviamente no se trata de vivir sin amor y negar el hecho de que en algunas relaciones “arder” es mejor que “durar”. Nadie desdeña la experiencia amorosa en sí misma, sino las terribles secuelas de su idealización sin fronteras.
No se trata de destruir el amor, sino de reubicarlo, ponerlo en su sitio, acomodarlo a una digna, más pragmática e inteligente. Un amor justo y placentero que no implique la autodestrucción de la propia esencia, ni que excluya de raíz nuestros proyectos de vida.
¿Por qué sigue ahí, si sabe que él la engaña con otra mujer? La respuesta patética es: “No puedo, lo amo”.
Si el amor; en cualquiera de sus formas, se nos presenta como la máxima aspiración de vida, no podremos vivir sin él y haremos cualquier cosa para obtenerlo y retenerlo, independientemente de los traumas que pueda ocasionar.
Cuando alguien agobiado por la presión del otro y limitado en sus libertades básicas dice sinceramente: “Me cansé”, hay que prepararse porque ha empezado la transformación, un nuevo ser está en marcha.
Pensar que las mujeres son “El pilar de la familia” y que, por tanto, deben estar dispuestas a hacer cualquier tipo de sacrificio para defender la unidad y felicidad del grupo familiar es similar a la del soldado que muere por una causa o el hombre que lo hace por honor. Valores que son antivalores: el deber de la despersonalización que se sustenta en la sacralización de un amor desmedido.
Toda forma de independencia es sospechosa de egoísmo, mientras que el desprendimiento y el altruismo relamido son considerados un acercamiento al cielo y un pasaporte a la salvación. No sólo hay que vivir para el prójimo, sino también, legal y moralmente, para la persona que supuestamente amamos, sin excepciones.
Si suponemos que el amor de pareja no tiene límites, si hacemos de la abnegación una forma de vida, es apenas natural que no sepamos cómo reaccionar ante cualquier situación afectiva que nos hiera o degrade. Una vez que pasamos el límite de los principios, regresarse no es tan fácil.
¿Qué se supone que deberíamos hacer cuando la persona que amamos viola nuestros derechos? Si el costo de amar a nuestra pareja es renunciar a los proyectos de vida en los cuales estamos implicados. ¿Habrá que seguir amando? Y si no podemos dejar de amar, ¿Habrá que seguir alimentando el vínculo?
Es apenas obvio que para estar en pareja hay que negociar muchas cosas, sin embargo, el problema surge cuando la supuesta negociación excede los límites, de lo razonable, es decir, cuando afecta directamente la valía personal o cuando los “pactos de convivencia” fomentan la destrucción de alguno de los miembros.
Acercarse al otro sin perder la propia esencia, amar sin dejar de quererse a sí mismo, requiere una revolución personal.
¿Amar con reservas? Sí, con la firme convicción de que amarte no implica negociar mis principios.
El amor de pareja es una comunidad de dos, donde nos asociamos para vivir de acuerdo con unos fines e intereses compartidos.