Miguel Ángel Pla
Psicoterapeuta – Coach personal y ejecutivo
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La necesidad de sentirse amado por el cónyuge está en el centro de los deseos maritales. Un hombre me dijo recientemente: «¿De qué sirven la casa, los automóviles, la playa y todo lo demás si tu esposa no te ama?»
Una esposa me decía: «Me ignora todo el día y luego quiere meterse en la cama conmigo. Detesto eso.» Ella no es una esposa que odia el sexo; es una esposa que ansía desesperadamente amor.
Algo en nuestra naturaleza clama por el amor de otro. La soledad es devastadora para la psiquis humana. Es por eso que el confinamiento solitario se considera como uno de los castigos más crueles.
En el corazón de la existencia humana se encuentra el deseo de tener intimidad y de ser amado por otro. El matrimonio está diseñado para llenar esa necesidad de intimidad y amor. Por eso las antiguas Escrituras bíblicas se referían al esposo y a la esposa como «una sola carne». Eso no significaba que los individuos perderían su identidad; significaba que entrarían en la vida del otro, por lo que exhortaban tanto al esposo como a la esposa para que se amaran el uno al otro.
Desde Platón hasta Peck, los escritores han hecho énfasis en la importancia del amor en el matrimonio.
Pero si el amor es importante, también es esquivo. He escuchado a muchas parejas contar su secreto dolor. Algunas vinieron a verme porque su dolor interior se había vuelto insoportable. Otras vinieron porque habían comprendido que sus patrones de conducta o el mal comportamiento de su cónyuge estaban destruyendo el matrimonio. Algunas vinieron simplemente para decirme que ya no querían continuar casados.
Sus sueños de «vivir felices para siempre» se habían estrellado contra las duras paredes de la realidad. Una y otra vez he oído las palabras: «Nuestro amor se ha terminado, nuestra relación ha muerto. Nos sentíamos cerca pero ahora no.
Ya no disfrutamos de estar el uno con el otro. No llenamos las necesidades del uno y del otro.» Sus historias dan testimonio de que los adultos, al igual que los niños, tienen también sus «tanques de amor».
¿Podría ser que en lo más profundo de estas parejas heridas exista un invisible «tanque de amor» con su medidor señalando que está vacío? ¿Podría ser que el mal comportamiento, el alejamiento, las palabras groseras y la crítica fueran el resultado de un tanque vacío? Si pudiéramos encontrar una manera de llenarlo, ¿podría renacer el matrimonio? Con un tanque lleno, ¿podrían las parejas crear un clima emocional en el que fuera posible tratar las diferencias y resolver los conflictos? ¿Podría el tanque ser la clave que hiciera funcionar el matrimonio?
Estoy convencido de que mantener lleno el tanque del amor es tan importante para el matrimonio, como es mantener el nivel correcto del aceite para el automóvil. Manejar su matrimonio con un «tanque de amor» vacío puede ser mucho más grave que tratar de manejar su carro sin aceite. Lo que usted está leyendo tiene el potencial para salvar a miles de matrimonios y puede aún mejorar el clima emocional de un buen matrimonio. Cualquiera que sea la calidad de su matrimonio ahora, siempre puede ser mejor.