Miguel Ángel Pla
Psicoterapeuta – Coach personal y ejecutivo
Teléfono: (81) 83 78 47 10
No hay un comportamiento correcto o incorrecto, pero sí hay un comportamiento motivado incorrectamente. La única elección importante es entre el temor y el amor.
La mayoría de las decisiones las tomamos motivados por el temor, lo que nos induce a “juzgar” y a consultar el pasado buscando lo que debemos cambiar y cómo debe cambiarse.
Siempre es la situación o las personas dentro de ellas, las que parecen necesitar corrección. Es obvio que si continuamos siguiendo estrictamente las líneas que dicta nuestro pasado, no nos renovaremos.
Al negarse a juzgar, es decir, al elegir no aplicar medidas fundamentadas exclusivamente en el pasado. Podemos ver directamente qué está sucediendo y volvernos a esta otra realidad separada de nuestras experiencias pasadas; y es así que recibiremos una imagen fresca de nosotros mismos.
La paz consistente no es lo mismo que el comportamiento reglamentado. Nuestro comportamiento debe seguir nuestra paz mental, así como una estela sigue los movimientos de un barco.
Si la paz es nuestro único objetivo, siempre sabremos qué hacer porque haremos lo que sea para proteger y profundizar nuestra paz.
Nuestro ego siempre quiere salir librado antes de actuar. Prefiere el conflicto mental y no la acción. Prefiere detenerse y pausarse a moverse hacia adelante y, por lo tanto, usa su táctica de retraso favorita: la pregunta de correcto e incorrecto.
Todos queremos ser morales y buenos, por lo menos en nuestros propios términos, y el ego usa este deseo de enfocar nuestra atención y lo desvía hacia un cálculo interminable de consecuencias.
Debemos simplemente comenzar a hacer lo que indica nuestro sentido de la paz, aun sin saber el resultado. Claro que antes nunca supimos el resultado, pero teníamos un cierto sentido de seguridad al pensar que lo habíamos adivinado.
Ahora admitimos que una preferencia de amor es una base más confiable para una decisión que todas las adivinanzas sobe las consecuencias futuras.
Nuestro propósito no es buscar la paz para tomar decisiones rígidas o establecernos reglas a largo plazo, sino tomar las decisiones que nos regresarán la paz en ese instante. Sólo cuando estamos en paz podemos realmente ser amables.