Miguel Ángel Pla
Psicoterapeuta – Coach personal y ejecutivo
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“Me enamoré… me enamoré”. “Sólo llevamos veinte días y siento que me pertenece desde siempre”.
Parece mostrar ciertos rasgos universales que incluyen una mezcla de romanticismo crónico, euforia y desvelo.
Veamos los rasgos:
Idealización del ser amado. Se refiere a magnificar las cualidades de la persona amada a expensas de sus defectos, a pasar por alto los errores o simplemente a ser incapaz de criticar el objeto de adoración.
Exclusividad y fidelidad absoluta. El enamoramiento no concibe la infidelidad en ninguna de las formas, pero no por convicción o principios, sino por pura incapacidad biológica: la mente y el cuerpo están ocupados en su totalidad por la persona amada, no hay espacio disponible para nadie más.
Sentimientos intensos de apego y atracción sexual. Aunque la mayoría de las personas diferencian entre el gozo afectivo y el placer sexual, el enamoramiento los unifica de manera indiscriminada. Deseo y afecto se amalgaman y hacen que los individuos “enamorados” piensen que el amor y el sexo siempre van juntos.
Pensamiento obsesivo sobre el ser amado. Aunque los pensamientos de la persona enamorada son intrusivos y persistentes, no siempre son molestos, más bien aceptan la forma de rumiación autogratificante, un embelesamiento recordatorio del cual el sujeto no quiere desprenderse.
Deseo de unión y fusión total con el ser amado. El deseo que guía el enamoramiento va más allá de querer estar con la persona amada, lo que exige el enamorado es “ser uno con el otro”, “ser uno aunque sean dos”.
Disposición a correr cualquier riesgo para conservar la relación. No hay límite, el amor pasional no mide consecuencias. La supuesta “valentía” que mueve a los que sufren de enamoramiento no suele ser más que inconsciencia o incapacidad para medir las consecuencias negativas, de manera similar a lo que ocurre en algunos trastornos mentales. Esta falta de autocontrol y dificultad para tomar decisiones racionales fácilmente pueden convertirse en apego y configurar un cuadro mixto de depresión y dependencia.