Miguel Ángel Pla
Psicoterapeuta – Coach personal y ejecutivo
direccion@miguelpla.com
Teléfono: (81) 83 78 47 10
No podemos ignorar lo que nuestro cuerpo nos dice, ya que tiene todas las respuestas a nuestras sensaciones. No reprimas tus emociones: escucha a tu interior y déjalas brotar.
Muchas enfermedades son el resultado o la consecuencia directa de un cúmulo de emociones reprimidas durante cierto tiempo. Hemos aprendido a vivir en alerta de forma permanente, lo cual nos impide tomar verdadera conciencia de lo que acontece en nuestro cuerpo.
Debemos aprender a escucharlo, pues en él se encuentra la respuesta a todas nuestras inquietudes y pesares, a los dolores que nos atormentan, a los pensamientos que nos preocupan o a los procesos de curación a los que no estamos atendiendo.
Así, por ejemplo, nuestro aparato digestivo es nuestro segundo cerebro, el cual actúa de manera independiente con respecto al cerebro de la cabeza. Los expertos llegan a afirmar incluso que el 95% de la serotina que tenemos en nuestro cuerpo se produce en colaboración con el aparato digestivo.
¿Por dónde debemos empezar?
Por las cosas sencillas. Si estás cansado, descansa. Cuando tengas que ir al lavabo, ve. Si tienes ganas de llorar, hazlo. Nota tus reacciones, tu respiración y tu corazón. Escucha a tu interior.
Por ejemplo, según lees esto, tu respiración se hace más rápida o más lenta. ¿La sientes? O, por ejemplo, leer sobre problemas gastrointestinales o sobre el ciclo menstrual ¿te hace sentir algo especial?
Debemos permitirnos entender cómo se siente nuestro cuerpo y escucharlo. Si tenemos las piernas entumecidas, quizás deberíamos levantarnos y dar un paseo para espabilar a nuestro cuerpo.
Ni siquiera es necesario que sepamos qué le ocurre exactamente a nuestro cuerpo para responder a ello. O sea, no es necesario conocer la razón por la que se nos acelera el corazón, por la que tenemos ganas de llorar o por la que nos ha dado un calambre.
Es decir, la comprensión viene después de haberse permitido experimentar lo que se siente. Este proceso ocurre a la vez en el cuerpo y en el intelecto, por lo que cobra especial relevancia el hecho de que permitamos a cada sensación que se manifieste.
Una vez que hayas empezado a experimentar el desasosiego, la ansiedad o cualquier otra sensación o emoción, el proceso de elaboración se hace más complejo.
Cierra los ojos y dedica un momento a repasar lo sucedido en las últimas horas o en los últimos días. Seguramente esto pueda darte una pista sobre lo que ha desencadenado ciertos síntomas.
Nuestras sensaciones y emociones tienen como objetivo ayudarnos a vivir de manera consciente, a participar de nuestras vivencias y a aprender a confiar en la sabiduría de nuestro cuerpo.
Digamos que, con el tiempo, hemos ido desligándonos y menospreciando nuestra capacidad de autopercepción y hemos acabado sintiendo que estamos en una situación de emergencia constante que requiere de nuestra actuación inmediata.
Como consecuencia, posponemos lo realmente importante, como es atender al dolor que nos causan nuestras emociones. De esta manera, nuestro cuerpo nos habla cada vez más alto para llamar la atención, lo que puede tener consecuencias más que nefastas para nuestra salud.