Miguel Ángel Pla
Psicoterapeuta – Coach personal y ejecutivo
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Una de las causas que ha conspirado contra la mayoría de las parejas, llevándolas al desastre, no es otra cosa que la actitud de víctima que han asumido sus integrantes. A diferencia del guerrero, la víctima piensa que quien debe transformarse es el otro, de tal suerte que consagra la mayor parte de su tiempo y su energía para lograr una “misión imposible”: que el otro cambie.
En realidad hay muy pocas personas con este “espíritu del guerrero sabio”; la mayoría pertenecen a las filas de las víctimas. Por ello necesitamos cultivar los dones del guerrero, para potencializar y multiplicar los recursos que nos permitan capitalizar nuestros conflictos.
Las víctimas dependen del medio ambiente; si esté es dominante e inadecuado, entonces se debilitan.
Cuando experimentan frustración o se sienten amenazadas, se endurecen y acorazan, así que responden con una actitud hostil y defensiva.
Las personas “espíritu de guerrero sabio” no le conceden el poder al exterior; saben que siempre tienen un amplio margen de acción e su interior para hacer frente a los conflictos. No están a merced de las acciones de su compañero: trabajan en sí mismas, controlando sus impulsos inmaduros y activando sus recursos.
Hay que aprender a que gran parte de los problemas conyugales están en ellos y si pretenden culpar a su pareja y además de manera agresiva, muy pronto el implacable látigo de la confrontación les devolverá el artero golpe.