Miguel Ángel Pla
Psicoterapeuta – Coach ejecutivo
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Cuando nuestra atención se enfoca en dar y unirse con los demás, el temor desaparece y aceptamos la curación de nosotros mismos.
Aunque hacemos intentos por ser pacientes y amables, después retiramos nuestro amor cuando los esfuerzos no nos son reconocidos como quisiéramos. El verdadero dar no requiere un sacrificio, pero un enfoque conflictivo de dar debe verse honestamente si queremos saber lo que es la felicidad constante.
Todos nos enfrascamos en nuestros problemas, sin importar si son físicos, emocionales o financieros y de repente nos llaman para ayudar a alguien en una situación crítica. Hasta que pasa la crisis nos damos cuenta de que nuestros problemas habían desaparecido de nuestra conciencia durante el tiempo en el que nos concentramos en ayudar a los demás.
La verdadera curación no es una manipulación del interior. Es un cambio de percepción, no un cambio de circunstancias aunque puede estar acompañada de ellas.
Cuando nos concentramos en dar también recibimos, porque las ansiedades personales comienzan a disiparse de nuestros pensamientos. Cuando reconocemos que dar es lo mejor, nos beneficiamos por completo, pues obtenemos tranquilidad interna.
La mente simplemente no puede centrarse en nuestra desdicha cuando es inundada por el deseo de curar y dar felicidad, incluso si no desaparece lo que causa daño.
La práctica del amor es idéntica a la práctica de la paz, sería destructivo convertir el control de la mente en una batalla más. La tierra fértil de la que sale el amor espontáneamente es la auto liberación del conflicto. Es mucho mejor estar en paz que aumentar la tensión de los procesos mentales en nombre del amor. Una buena regla para la conducta mental es: piensa en lo que te haga realmente feliz.
Es importante recordar que el propósito de bendecirnos en silencio no es tratar de cambiar alguna enfermedad física, sino recordarnos que el amor es el vínculo de conexión entre todos nosotros. La transmisión de amor de nosotros a otra persona tiene un efecto invisible y realmente profundo.
¿Entonces? ¿Estamos claros? El regalo que damos a los demás se mantiene en el contenido silencioso de nuestra mente y no sólo en nuestras palabras o hechos. Da sin esperar algo a cambio, lo demás vendrá por añadidura.