Seamos honestos, tú y yo somos tan intensos que esa misma intensidad no nos deja poner un punto final cordial. Nos hemos despedido ya un par de veces y siempre, siempre terminamos muy mal.
Ven, siéntate conmigo y vamos a hablar.
Sé muy bien que en una historia siempre hay dos versiones y la nuestra no es la excepción. Tú te fuiste con la idea de que fui yo y yo me quedo con la idea de que fuiste tú. El punto es que hoy no quiero echar más culpas, realmente sé que los dos fallamos y una vez más no supimos defender nuestro amor. No quiero más reclamos, ni reproches, hoy sólo quiero contarte mi versión…
Nos prometimos amarnos eternamente bajo las lunas de octubre. Yo no quería enamorarme, no buscaba el amor ni mucho menos esperaba encontrarlo así, tan de repente. Sinceramente tenías todo lo que NO busco en un hombre y de pronto ahí estabas, llenándome de detalles, de mensajes que no paraban, de deseos de buenas noches, de buenos días y te amé, no sólo me enamoré; TE AMÉ con cada parte de mi ser. ¡Éramos tan perfectos!. Juntos todo nos parecía fácil y podíamos hacer cualquier cosa, de ahí vinieron tantos y tantos planes como ese viaje o ese tatuaje que obviamente ya no pudimos llevar a cabo.
Nos queríamos comer al mundo y la verdad es que en ningún momento dudé que lo lograríamos, a tu lado me sentía la mujer más segura, confiada, era yo la más feliz pues te amaba y tú me amabas. Pero como a todo inicio le llega el final. Pasamos por un par de despedidas antes que ésta (que se siente como el verdadero adiós), pero volvíamos a reencontrarnos, yo una soñadora y fiel creyente del verdadero amor, no dudaba en intentarlo siguiendo mi firme convicción de que el amor todo lo puede, todo lo perdona, todo lo soporta.
Volvimos y lo intentamos varias veces convencidos de que ahora sí habría un “4ever” (para siempre), lamentablemente no tuvimos la madurez necesaria para afrontar las dificultades, no supimos luchar.
Al final del día aprendí que se necesita mucho más que amor para mantener una relación. Nunca dudé que me amaras como yo a ti y con esa idea y ese bello recuerdo, me quedo.
Contigo descubrí ese sentimiento maravilloso y no me arrepiento, te juro que no me arrepiento de cada minuto, de cada segundo que pasé a tu lado. No sé si fue el tiempo suficiente, no sé si nos hizo falta, sólo sé que fue el necesario para entregarte mi alma.
Si fuiste tú o si fui yo, ya no importa. No quiero despedirme con reproches ni reclamos. No soy la persona indicada para juzgarte o decirte en qué fallaste, soy la persona indicada para comprender y analizar mis propios errores y los acepto y me los llevo porque me dejan una enseñanza.
Terminemos esto con la cara en alto, diste lo que podías, di lo que podía y, al final, agradecida estoy por haberte tenido en mi vida.