Miguel Ángel Pla
Psicoterapeuta – Coach personal y ejecutivo
Teléfono: (81) 43 00 25
Perdonar no significa que reprimamos nuestro enojo y que actuemos como si todo fuera aceptable cuando claramente estamos sintiendo que no lo es. Por supuesto, tampoco significa que actuemos con base en nuestro enojo. Y, sobre todo, no significa que asumamos una posición de superioridad y perdonemos pecados que creemos reales.
Perdonar no significa que debamos volver a casarnos con nuestra ex pareja, liberar a los prisioneros, regresar a nuestro antiguo trabajo o cualquier otra cosa semejante. El ego cree que si perdona a quien lo ha dañado debe traducir este perdón en algún tipo de comportamiento. Pero el verdadero perdón no requiere acciones corporales, aunque tal vez algunos gestos puedan acompañarlo. El perdón es una corrección interna que aligera nuestro corazón y nos libera para vivir en el presente. Nos sirve principalmente para tener paz mental. Ya estando en paz podemos extenderla a otros, y éste es el regalo más duradero y valioso que podemos dar.
La raíz del verbo perdonar es “dejar ir”. El perdón es abandonar una inútil secuela de pensamientos; es regresar al ego que conocemos como indeseable. El perdón es una sutil negación a defendernos contra el amor. Ve que todas las cosas son perdonables. Es una voluntad de percibir a todos, incluyéndonos, como seres que expresan amor o sienten la necesidad de tenerlo. Cualquier forma de ataque es un grito de ayuda y la respuesta es la bondad.
El perdón, como toda cualidad espiritual, paz, amor, igualdad, inocencia, valentía, tranquilidad, alegría, no es un tipo de comportamiento.
Practicar el perdón no implica que debamos decirle a la gente que la perdonamos.
El verdadero perdón se basa en la realidad. Pasa por alto la evidencia recopilada a partir del punto de vista de un solo cuerpo y toma en cuenta la verdad universal de nuestra realidad: que todos somos inocentes y completamente amados por Dios. No es que no hayamos cometido innumerables errores y que tal vez continuemos cometiéndolos por algún tiempo. Pero el verdadero perdón distingue entre las profundas urgencias del corazón y los más superficiales deseos del ego. Todos los errores vienen del ego y son parte del procesos de aprendizaje por el que todos debemos pasar. El perdón es una bondadosa visión que observa la madurez, la bondad de corazón y la integridad de carácter que con el tiempo serán parte de cada persona, y reconoce lo inapropiado que es condenar para este proceso de crecimiento.