Miguel Ángel Pla
Psicoterapeuta –Coach personal y ejecutivo
Teléfono: (81) 83 78 47 10
Hay que tenerlo claro, es importante aprender a saber decir que no, de lo contrario, perderíamos el control de nuestra vida. Nos llenaríamos de rabia por no hacer lo que en realidad queremos. Quizás alguien pueda pensar que decir que “no” es de malas personas y que así estamos siendo desagradables. Pero es necesario saber establecer límites y no ceder ante manipulaciones y chantajes emocionales.
Saber decir que no es una habilidad que se conoce como asertividad. Cuanta más asertividad tengamos, mayor será la seguridad que tenemos en nosotros mismos. ¿Cómo es una persona asertiva? Pues es alguien que sabe expresar sus deseos de una forma amable, respetando a quien tiene delante y siendo siempre directo, nada de andarse con rodeos.
Con todo esto, no se trata de convertirnos en personas egoístas que ignoran las necesidades de los demás. Se trata de saber encontrar un equilibrio entre dos extremos igual de malos: decir siempre que sí y decir siempre que no.
Los derechos de los demás son tan importantes como los nuestros propios. Por eso hay que aprender a ser asertivos y determinar en qué momentos debemos negarnos y en qué momentos hay que decir que sí y aceptar el requerimiento de otros. Se trata de saber defender nuestros derechos, sin la intención de lastimar o perjudicar a nadie.
La base de todo es sentir que aportamos un valor a la sociedad y que debemos ser respetados. Además, tenemos que tener claros nuestros fundamentos, nuestra escala de valores para saber qué cosas deseamos hacer y qué otras no. Conocernos será necesario para poder llegar a este punto. Saber decir que no es imposible si no tenemos claros nuestros valores.
Debemos olvidar el miedo y la sensación de culpabilidad cuando proferimos una negación en una situación determinada. El miedo hay que superarlo de la única manera posible, afrontando la situación que nos asusta. Nos han educado para complacer a las demás personas, para agradarlas. No obstante, todo esto evita que seamos asertivos.
En cuanto a la culpa, es más un tema social que hemos aprendido. Sin embargo, si tenemos claros nuestros fundamentos, podremos saber decir que no con una base clara del porqué, y esto incrementará la seguridad que necesitamos.
En el momento que valoramos reposadamente nuestras razones no actuamos en forma precipitada y tomamos una decisión, ya no queda lugar para la culpa, pues hemos actuado en base a nuestras convicciones. Esto nos liberará de un gran peso.