Miguel Ángel Pla
Psicoterapeuta – Coach personal y ejecutivo
Teléfono: (81) 83 78 47 10
Desde que somos niños, la sociedad nos dice mediante películas , novelas o revistas que existe en la tierra algo semejante al paraíso esa tierra prometida se llama matrimonio.
Las parejas de jóvenes enamorados están tan compenetradas y embelesadas que las horas que pasan juntos les parecen fugaces como un suspiro y realizan la siguiente ecuación psicológica: “Si el hecho de estar reunidos sólo unas cuantas horas lo experimentamos como un éxtasis, imagínate lo que será cuando estemos juntos el resto de nuestras vidas y ya no tengamos que separarnos”
El problema es que esa ecuación es errónea porque la realizan bajo un estado alterado de consciencia referido.
El matrimonio es un espacio sagrado en el que no recibimos a cualquiera. Tiene que ser una persona muy especial y significativa para invitarla a compartir ese recinto.
Inexorablemente cada uno de ellos aportará o depositará, ya sea en forma consciente o inconsciente, de manera voluntaria o involuntaria, todo lo que es como individuo.
En la esfera de nuestra relación de pareja expresamos lo mejor y lo peor de nosotros.
La relación de pareja es un escenario ideal para la proyección, porque en él se encuentran dos personas que tendrán que resolver sus diferencias y discrepancias cotidianas, con la gran desventaja de que dadas sus inseguridades y su escasa o nula capacidad de autocrítica, se resistirán a admitir la responsabilidad de sus carencias e intentarán adjudicarlas al otro como dé lugar.
“Cuando madures, búscame, estaré en los columpios” El contenido de estas palabras significa que le atribuimos al otro lo que es nuestro para exigirle que cambie lo que nosotros no nos atrevemos a hacer”.
Puedes acusar al otro de ser alcohólico, macho etc. y asegurar que tú no tienes esos problemas, pero ¿cuáles si tienes? Si indagas tal vez descubras que eres co-dependiente, histérica, limosnera emocional. Le criticas que no sea un príncipe sin darte cuenta que estás lejos de ser una princesa.
Esto es el resultado de la intervención de la ley de la atracción que dice que lo semejante atrae a lo semejante. También actúa la ley de correspondencia: tienes a la pareja que te corresponde. Ni más ni menos. Tu cónyuge es una proyección, un reflejo de lo que tú eres.