Miguel Ángel Pla
Psicoterapeuta – Coach personal y ejecutivo
Teléfono: (81) 83 78 47 10
El victimismo es una actitud, una postura ante la vida; es, sobre todo, una elección (aunque sea de manera inconsciente), lo cual la convierte en un “juego” cuya oculta, pero no por eso menos valiosa recompensa, es la comodidad de no asumir las responsabilidades que nos corresponden porque esto supone esfuerzos, retos y enfrentamientos contra muchos dragones de la vida, en especial de los que llevamos dentro. Por eso las personas que la adoptan prefieren los beneficios de la autocompasión o la lástima que producen en los demás, en lugar del crecimiento personal que se logra cuando luchamos valiente y denodadamente contra todo lo que sea necesario.
Para poder hacer tuyo este credo deberás programar a tu sabio para que te convenza de que ante situaciones adversas o conflictivas es muy poco lo que se puede hacer, es preciso resignarse ante la “fatalidad” de la vida. Asimismo, hay que entrenar negativamente a tu creador para que siempre encuentre problemas a las soluciones que se le proponen.
El victimismo se ha convertido en toda una “cultura” que, para poderse expresar y reproducir, ha inventado todo un lenguaje verbal y no verbal. Este último consiste en crear un clima o una atmósfera lúgubre, triste y derrotista.
Para ello hay que “conseguirse” una “nube gris” con la cual nos “ataviemos” para que nos acompañe a todas partes, que mientras más oscura, lluviosa y relampagueante sea, más apropiada y recomendable resultará. Esta “nube” deberá ir adornada con tonos de voz plañidera y con gestos faciales de orfandad y desvalía.
En cuanto al lenguaje verbal, la sombra del creador puede diseñar infinidad de frases victimoides y lastimeras. Algunos ejemplos de ellos serían las siguientes:
- Él siempre me trata mal
- Todo el mundo abusa y se aprovecha de mí
- Yo sólo trato de ayudarte
- Tengo que cargar mi cruz
- La mala suerte me persigue
- Claro, como no has sufrido tanto como yo
- Si yo hubiera tenido las facilidades que has tenido tú
- Mis emociones me controlan
- Mi matrimonio no funciona por culpa de él
- No puedo luchar contra mi adicción
- Algún día, cuando sean padres, me comprenderán